Era mi primer día de trabajo como leñador y estaba preocupado por si estaría a la altura de las circunstancias. Yo era un chico, joven, de 20 años, robusto y acostumbrado al ejercicio físico, pero tenía poca experiencia con una sierra mecánica. Estaba terminando mi carrera en la Universidad y necesitaba unos ingresos extras para mis gastos personales. Por eso acepté la propuesta de mi tío para ir a trabajar al monte durante algunos días, al comienzo del verano. Pagaban bien y me serviría para ponerme cachas. Lo que no sabía es que me esperaban sorpresas....muy agradables.
Así que me encontraba al borde de la carretera, esperando la llegada de mis compañeros, empleados de mi tío, para pasar una dura jornada de trabajo en el bosque. Eran las 7 de la mañana y hacía bastante frío. A los 5 minutos apareció el “jeep” que esperaba y se abrió la puerta.
- ¡Sube! ¡Que te estás enfriando!- Me dijo una voz ronca, pero agradable.
Subí al “jeep” y allí comenzaron las presentaciones.- Yo soy Tom y ese que va ahí atrás , dormido, es Mike.- me dijo el conductor. Les sonreí y les dije.- Yo me llamo Darryl. Le di la mano al chófer y pude comprobar que era un tipo muy fuerte. Tom tendría unos 35 años y un aspecto bastante rudo. Era moreno y tenía una barba bastante espesa. Era muy corpulento y sus vaqueros marcaban un voluminoso paquete. Conducía con una mano, mientras con la otra sujeta un cigarro. A Mike lo pude ver por el espejo retrovisor. Parecía un enorme oso peludo, con su espesa barba. Dormía plácidamente y se podían escuchar su ruidosos ronquidos.
- Su mujer es camarera y sale tarde de trabajar. Seguro que el muy cabrón ha estado follando hasta que ha sonado el despertador..- Volví a mirar por el espejo retrovisor y me entró un escalofrío sólo de imaginarme a aquella mala bestia retozando en una cama. En ese momento Tom puso una de sus enormes manos sobre mi pierna y apretó con fuerza, mientras me guiñaba un ojo. Aquellos dos tiarrones me estaban excitando como ningún hombre lo había hecho hasta entonces.
20 minutos más tarde llegamos a nuestro destino, un claro situado junto a un bosque de pinos. En ese momento Mike despertó y rugió como si se tratara de un oso. Después de bostezar varias veces, dijo con su voz grave:
- O sea que este el sobrino del jefe. Espero que no seas un niñato de ciudad, porque hay que ser muy hombre para este trabajo.- Y según me decía esto me dio una palmada en la espalda, que me dejó aturdido.
Al bajar del “jeep” pude observar mejor a mis dos compañeros. Tom era un tío enorme. Medía cerca de 1,90 y pesaría unos 110 kilos. Tenía unos brazos poderosos, unas espaldas anchas y un culo enorme, como un balcón. Por el escote de su camisa asomaba un pecho musculoso y peludo. Mike era un tipo grueso y peludo, que lucía una buena barriga cervecera. Antes de nada, se sacó la polla y empezó a orinar, mientras seguía bostezando y estirando sus voluminoso brazos. Tenía un buen aparato, circuncidado y con un hermoso capullo.
- ¿Nunca has visto la polla de un hombre?.- dijo Mike, mientras soltaba una carcajada y se acariciaba el rabo.
- ¡Deja en paz al muchacho y vamos a trabajar!
Estuvimos toda la mañana trabajando sin parar. Aunque el trabajo era duro, pronto me acostumbré a él y pude seguir el ritmo de aquellos dos leñadores profesionales. La verdad es que trabajar con dos machotes sudorosos como Tom y Mike me excitaba mucho y pensaba en las pajas que me iba a hacer por la noche, pensando en ellos.
Cuando llegó el mediodia, el sol estaba en todo lo alto y decidimos parar para almorzar. Los 3 estábamos muy sudados, por lo que nos quitamos la camisa. Tom tenía el pecho cubierto por un espeso matorral y un cuerpo muy musculuso, no de ir a un gimnasio, sino de trabajar duro. Su piel morena brillaba por el efecto del sudor. Mike era todavía más peludo y no paraba de rascarse la barriga y restregarse el paquete. Al quitarme la camisa, Mike silbó y a continuación dijo:
- Parece que nuestro chico no sólo sabe trabajar como un hombre sino que también tiene un cuerpo de hombre.- y guiñó a su compañero.
Aunque me enrojecí un poco, no le di mayor importancia al comentario y me dispuse a devorar la comida.
Después de almorzar y beber un par de cervezas, Mike volvió a guiñar a su compañero mientras le decía:
- ¿Qué te parece si hacemos pasar un buen rato al chaval?
¿Habría entendido yo mal o se estaba refiriendo a lo que me estaba imaginando? Tom ser río y empezó a acariciarse su enorme paquete, mientras decía:
- Sí, habrá que hacerle ver como se divierten los leñadores después de trabajar duro.
Sin que tuviera tiempo de reaccionar, Mike se colocó detrás mío y empezó a manosearme el pecho, mientras me chupaba el cuello. Poco a poco su mano fue descendiendo hasta llegar a mi entrepierna. En ese momento, agarró mi polla y la apretó con todas sus fuerzas. Me hizo bastante daño, pero no grité para dar signos de debilidad.
- Hay que ver, parece que el chico tiene una buena tranca, y con ganas de jugar.
Tom se levantó y se puso delante mío. Se pasó la mano por su peludo pecho y a continuación empezó a desabrocharse la bragueta. Según iban saltando los botones, el fuerte olor a macho fue aumentando. No llevaba calzoncillos y, por ello, al soltarse el último botón, un enorme pedazo de carne saltó al exterior con verdadero ímpetu. Era la chorra más grande que había visto en vida. Aunque estaba sin circuncidar, un grueso glande asomaba por su extremo. Sin mediar palabra, Tom me agarró con fuerza de los hombros y acercó mi hambrienta boca a su tarugo. Empecé a chuparle la punta del capullo y poco a poco fui tragándome aquella maravilla de la naturaleza.
- ¡Cómetela entera, si eres capaz!.- gruñó Tom
Mientras yo me dedicaba a devorar la polla de aquel mastodonte, Mike me bajaba los pantalones y los calzoncillos. A continuación lanzó un gruñido de placer y me dio un mordisco en la nalga. Estaba realmente hambriento. Sin perder tiempo, separó mis nalgas con sus poderosas manos y acercó su lengua a mi esfínter, para chuparlo con fruición. Sentí tanto placer que tuve que soltar el pollón para dar un pequeño grito.
- ¿Te gusta, eh, cabroncete?.- Dijo el oso mientras me daba una palmada en el culo y siguió devorándome el culo con más ímpetu si cabe. Poco a poco fue deslizándose entre mis piernas y empezó a comerme las pelotas y el rabo, lo que me puso todavía más caliente.
Así estuvimos durante 5 minutos, hasta que Tom habló con su voz poderosa:
- Creo que ha llegado el momento de perforarle las entrañas al chaval y que sepa lo que es tener a un leñador bombeando encima de él. .- Al oír estas palabras se me puso un nudo en la garganta y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, aunque no había duda de que eso era lo que estaba deseando.
Tom se sacó su imponente pollón de mi boca y sin dejar de acariciarme la espalda se puso detrás mío, mientras Mike siguió succionado mi rabo, que estaba a punto de estallar.
- Has hecho un buen trabajo, Mike, pero creo que a este hermoso agujero le falta un poco de lubricante. Y después de darme una fuerte palmada en el trasero se dirigió al lugar donde estaban las motosierras y volvió con un poco de aceite.
- Esto será suficiente.- Y comenzó a lubricar mi agujero con la ayuda de sus expertos dedos, lo cual me producía un intenso placer. Por si fuera poco, soltó un par de escupitajos. Estaba a punto de correrme y quería que antes esa mala bestia me follara.
- ¡Fólleme, señor!.- imploré.
- Parece que el chico está impaciente.- dijo Mike, que ahora se dedicaba a morderme los pezones.
Tom no dijo nada, pero me contestó golpeándome con su duro ariete, para que fuera preparándome de lo que me esperaba. De pronto, noté que su capullo pedía permiso para entrar en el túnel. Poco a poco fue introduciendo la polla en mis entrañas y cuando hubo superado el tramo inicial dio un fuerte golpe de riñones con el que la clavó hasta el fondo. Sin darme tiempo a respirar, el semental empezó a cabalgarme con suavidad, para ir aumentando el ritmo de las enculadas. Empecé a gemir por el intenso placer que sentía, pero tuve que callarme porque Mike había metido su gruesa polla en mi boca y ésta no podía rechazar semejante regalo.
Tom no paraba de bramar como un animal mientras me penetraba cada vez con mayor fuerza. Nunca pude imaginar que un semental macizo como aquel me iba a taladrar con su enorme rabo de 25 centímetros, mientras yo devoraba el pollón de un oso peludo. De pronto, empezó a notar como un chorro de líquido caliente salía de las profundidades de aquel toro y recorría su dardo para depositarse en lo más profundo de mi ser. Mientras se corría, Tom rugía como un león y no paraba de empujar su cuerpo contra el mío. Ante la corrida de su compañero, Mike no podía ser menos, y después de sacársela de mi boca disparó su leche sobre mi cara, que la recibió con avidez. Yo tampoco me quedé atrás y solté un chorretón de semen que me dejó exhausto. Los 3 nos habíamos corrido casi al unísono.
Nos tumbamos en el suelo sudorosos, entrelazados, besuqueándonos y acariciándonos como tres amantes.
- Como has podido comprobar este trabajo es duro pero tiene también sus recompensas.- dijo Tom, provocando la carcajada general.
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