jueves, 16 de febrero de 2012

El taller de bicicletas


A mí no me gusta casi montar bicicleta, pero desde que vi al muchacho que le ayuda al señor del taller de bicicletas, no solo salía más a montar, sino que de vez en cuando, y a propósito le pinchaba los neumáticos, o le dañaba los cambios, cosa que es bastante fácil de hacer hoy en día con ese montón de cables y bobadas que traen esas bicicletas…

El muchacho ya me conocía, yo sabía que se llamaba Andrés, tenía como 20 años, era más bien bajito pero de cuerpo espectacular. Un día que fui a llevar mi bici, para que le colocara un pito (cosa que no me gusta, pero con tal de verle, lo que sea)

Ese día, el dueño del sitio había salido de paseo con la familia y lo había dejado encargado del lugar, me atendió, le colocó el pito horrible a la bici y me dijo que si lo esperaba 5 minutos mientras cerraba el lugar y nos tomábamos un par de cervezas que tenía ahí, cosa que a mí me sorprendió, pues antes solo hablábamos de bicicletas y cosas por el estilo.

Cerró  el taller de bicicletas y nos quedamos adentro,  sacó 4 cervezas que tenía en la maleta y nos pusimos a tomar y hablar de las bicicletas que él ha tenido y esas cosas, cuando ya estábamos terminando él me preguntó -¿yo le gusto?

Yo quedé frío y le respondí que por qué me hacía esas preguntas, a lo que él decía –por que vos vienes mucho, por bobadas, y sos gay, ¿o no?- cosa que me causo aún más susto –no te preocupes, yo soy gay, y esa manilla con la bandera del arco iris no es común en la gente- me dijo notando mi preocupación…
Yo un poco más tranquilo le dije que si, que él me gustaba y al parecer era un gusto correspondido, él me besó, nos besamos y empezamos a quitarnos la ropa.

Él estaba todo lleno de grasa, sudoroso y con ese característico olor a hombre que me ponía a mil, le besé las tetillas, que estaban rodeadas de un halo de pelos, lamí sus axilas peludas, llegué al ombligo que tenía un camino de pelos señalando el sitio al cual quería llegar cuanto antes.

Desabroché el pantalón, bajé sus calzoncillos color vino tinto y vi una hermosa verga, como de 21 centímetros, cabezona, sin circuncidar y con un penetrante olor a macho que me hacía calentar muchísimo.

Le hice una muy buena sesión de sexo oral hasta que me empezó a doler la mandíbula, volví a subir, lo besé, y él empezó a bajar, me bajó el pantalón pero mi verga ni siquiera la miró, sino que se fue directamente hacia mi culito…

Esa tarde inmediatamente antes de ir al taller de bicicletas había tenido una sesión de sexo con mi novio por lo que estaba aún dilatado, cosa que él inmediatamente se dio cuenta.

Me metió la lengua, dos, tres y cuatro dedos, yo estaba súper excitado, estaba tocando el cielo con las manos, no sentía mi cuerpo, mi corazón latía a mil.

Cuando menos me di cuenta Andrés me había metido una mano entera en mi culo, yo quedé súper sorprendido porque ni cuenta me había dado, no sé si por la excitación, por lo de la tarde con mi novio que no está nada mal dotado o por la poca cerveza, o tal vez sea todo, lo cierto que es que me gustaba y no quería que me sacara la mano, sin embargo él lo hizo por que las intenciones de él eran otras.

Así acostado como estaba sobre la mesa donde tenía unos llantas de bicicletas, se puso sobre mí y me metió toda su verga de una sola, yo estaba tan excitado o tan acostumbrado que ni siquiera la sentía, él me la  sacó toda y me la volvió a meter hasta el fondo y me la volvió a sacar toda y así muchas veces, a mí ya me estaba gustando este jueguito, entonces el muchacho que se estaba aprovechando de mi ya no tan virginal culo, siguió jugando, pero esta vez de nuevo con su mano, me la metía completamente, me encantaba, me excitaba mucho y me la sacaba completamente.

Me sentía completamente vacío, y así siguió un buen tiempo, hasta que me dijo que no aguantaba más y me penetró furiosamente, como si me odiara…

Me lo metía hasta el fondo, jugaba con el allá dentro, luego me lo sacó, se masturbó y me eyaculó en todo mi recto desde afuera con mi dilatado ano, cuando terminó se vistió y me dijo que mañana también iba a cerrar temprano, yo quedé  volver al día siguiente, pero esta vez a acompañar a mi novio a que le arreglara la bicicleta, esa historia, se las contaré luego.

Autor: Mefistófeles


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