sábado, 29 de diciembre de 2012

Dormir con mi Cuñadito

Yo estaba de novio con una niña muy linda. Digo niña porque ella tenía 15 años y su padre me la había prometido. Yo soy de una fuerza de seguridad y entonces tenía 26 años. Como ellos vivían en una zona alejada, a más de 90 kmts de la ciudad, cuando yo iba de visita debía quedarme a dormir en casa de mis futuros suegros en virtud de no contar con medio de transporte propio y no había transporte público tarde en la noche. Así es que iba un viernes en la tarde y me volvía el domingo en la tarde. Es decir que dormía allí dos noches.

Me tocaba dormir con uno de los hermanos más chicos de mi novia de nombre Luis y de unos nueve o diez años. Cada varón tenía habitación propia y como yo no puse nunca objeción, el chico dormía conmigo. O yo con él, como se prefiera.

Siempre tuve por hábito dormir completamente desnudo pero esas dos noches me dejaba el bóxer para no molestar al niño.

A medida que fue pasando el tiempo fuimos tomando confianza entre los dos cuando era la hora de dormir y ya nos hacíamos chistes. Agrego a ello que uno de los hermanos mayores le hacía bromas a Luisito y le decía que era mi señora. En un primer tiempo se molestaba pero poco a poco se fue acostumbrando y aceptaba la broma.

Una noche me di cuenta que el chico siempre se iba primero a la cama y cuando yo me iba a acostar el estaba en cama y miraba cada movimiento o gesto mío hasta que me acostaba y apagaba la luz

Como la cama era pequeña estábamos muy juntos.

Una noche la charla con mi novia se prolongó y también las caricias por lo que me fui a la cama con algo de temperatura. Cuando me acosté me puse de costado, vuelto hacia mi cuñadito. Yo no me podía dormir pero tampoco lo demostraba. Esperaba que el chico se durmiera para aliviarme el dolor de huevos a mano limpia porque ya no podía aguantarme más.

De pronto siento que Luisito se acomoda en la cama girando sobre sí y poniéndose en posición de cucharita, acercando bien la colita a mi zona alborotada. Yo me hice el dormido. Si bien no estaba al palo mi verga estaba inquieta.

Debo decir que no tengo la súper chota pero que la naturaleza me proveyó muy bien para que pueda librar buenos y placenteros combates. En largo y grosor no me quejo, más bien diría que el amigo es más bien ancho, de buena cabeza y con un buen y destacado par de bolas, es decir algo más que una verga estandar. Soy además muy peludo.

Luisito acomodó su popa bien sobre Pascualito que comenzó a cabecear espontáneamente, se desperezó y estiró en todo su largo, dando pequeños saltitos.

Yo creí que el chico se asustaría y se retiraría del lugar pero me equivoqué, más no dije nada porque yo estaba “dormido”. Un par de veces el chico reacomodó el culito provocando que la bestia se saliera por la bragueta, alentada por el olorcito del upite seguramente, já, já.

Como si estuviera dormido el nene llevó una manito detrás y la metió entre los cuerpos quedando su palma extendida sobre el palo mío.

Por un rato la mano quedó quieta, hasta que se convenció que yo estaba dormido. Después palpó, acaricio, reconoció y apretó un poquito. Yo estaba que explotaba de calentura por las caricias a mi pichulina.

Cuando menos lo esperaba Luisito se volvió de espaldas y enseguida comenzó a meterse entre las frazadas y las sábanas, buscando el medio de la cama. Tuve intención de girarme y darle la espalda cuando entendí qué buscaba y a último momento decidí dejarlo hacer y llegado un momento frenarle su avance.

Me despertaba un morbo especial el saber que solo era un crío de 9 o 10 años que cuando palpara bien lo que tenía duro se tomaría el raje. El calorcito de su aliento sobre la cabeza de mi verga me indicó que había llegado a destino. Tan rápido como llegó se metió como pudo la cabeza de mi chota en la boca y chupó hasta hacerla entrar, solo la cabecita, en su boca. Con ella en la boca se quedó quieto.

-Menos mal que estoy limpio, pensé

Luisito estuvo chupando un buen rato muy suave, la cabeza. Después se subió otra vez y buscó la posición primera, la de cucharita. Al parecer se había bajado el calzoncillo porque sentí que mi verga se metía entre sus nalgas suaves y tibias. En mi se da un caso muy particular cuando estoy excitado. Mi verga deja salir un líquido lubricante de manera abundante por lo que enseguida la rayita de Luisito estaba lubricada como para permitir la entrada de mi chota en su culito.

Luisito la ubicó bien en la puertita y comenzó a presionar suavemente con el culito tratando de hacer entrar la cabeza en el agujero del upite. Yo me limité a soportar la presión de la colita sobre la pija pero nunca esperé que le entrara. Grande fue mi sorpresa cuando siento que el orificio se abre y la cabeza comienza a entrar con cierta dificultad hasta que de pronto entró toda de golpe. Sentí como si el cuerpo gimiera al recibir semejante animal y como si Luisito sollozara o se quejara. No resistió mucho tiempo y él solito se la sacó.

Se puso boca abajo y tuve la impresión de que se tocaba el agujerito y trataba de no quejarse, hasta que el dolor remitió. Mientras, yo abrí los botones del calzoncillo mío por si volvía a poner el culito. Si no lo hacía yo rogaba porque me la chupara hasta hacerme acabar.

Un rato después, Luisito volvió a moverse y a ubicar la colita en posición. Como tengo la pija bastante larga, ya lo dije, no se percató que mi calzoncillo estaba abierto en la pretina y un pelín más bajo. Con mi verga rosándole el agujerito y volcando líquido lubricante comenzó a presionar otra vez. Ahora con más cuidado. La cabecita entró con suavidad en su totalidad y se quedó quieto, esperando relajarse y controlar sus nervios. Yo, cada tanto, hacia que el muñeco latiera con fuerza en el upite.

Con movimientos de “dormido” yo le empujaba y sacaba la pija logrando penetrar un poco más cada vez. Calculo que le habrían entrado unos diez o doce centímetros, la mitad de la chota, y le puse la pierna encima y lo abracé, “dormido”. Se quedó quietito pero noté como ajustaba, contraía, el upite alrededor de mi verga. Como quien no quiere la cosa me desperté sin dejar de abrazarlo y sin bajar mi pierna de sobre su colita.

-Luisito, ¿Estás despierto?

-Sí. No tengo sueño

-¿Qué te pasa?

-¿Por qué, Miguel?

-¿Estás durmiendo con el potito al aire, papito?- Le dije con mi boca cerca de la oreja-

-Sí… No vaya a decir nada – Me rogó

-No, yo no digo nada.

A todo esto mientras hablaba con él, inicié un suave mete y saca metiendo un poco mas de mi chota en su culito

- A mí también me gusta dormir desnudo

-¿De verdad?

-De verdad ¿Me dejás que me saque el calzoncillo y me quede en pelotas? Quiero estar desnudo igual a vos

-Pero mañana no vaya a decir nada

. ¿Me lo puedo sacar?

-Sí

Sin modificar en mucho la posición me baje el calzoncillo y con la ayuda de un pié me lo quité dejándolo entre las sábanas. Al abrazarlo de nuevo empujé otro poquito mi pija en su interior y fui consciente que esta vez le dolió un poco

No sé a qué, ni por qué sentía un placer singular por el momento que vivía junto a mi cuñadito. Sabía que estaba mal permitir que siguiera haciéndolo pero la tibieza y suavidad de las nalgas pequeñas, el calor del upite y toda la situación absurda me excitaba sobre manera.

-Ahora ya estoy en pelotas

-¿En serio?

-Sí…Tocame – Llevé su mano y la dejé sobre los pelos de mi pubis y solito tocó los huevos y el pedazo que quedaba afuera de su culito. – Vos no vayas a contar nada, así podemos volver a dormir juntos todos los fines de semana. Si querés podemos acostarnos desnudos todas las veces…
-Bueno
Con suavidad y sin apuro lo seguí cogiendo por el culo. Me di cuenta que cuando mi pecho peludo tocaba su espalda se entregaba más y por eso lo atraje hacia mí, sin parar de cogerlo.

-Luisito no vayas a contar que se me paró la chota

-No

-¿Te molesta que te la pase así por el potito?

-No

-Levantá la pierna y ponela sobre la mía

Prestamente levantó la pierna y la montó sobre la mía. Al hacerlo, su culito quedó más expuesto hacia atrás, más abiertito y yo entré totalmente.

-Huyyyy

-¿Qué pasa?

-Nada, nada.

Por un rato, tratando de que se relajara, me quedé quieto sintiendo los pelos de mi pelvis sellando la entrada del upite.

Tan deliciosamente ajustado sentía mi pene que cuando volví a cogerlo bastaron algunos movimientos de meneo para que mi leche comenzara a salir por la cabeza de la chota inundándole el intestino.

Cuando se la saqué, Luisito se puso el calzoncillo y se dirigió al baño. Después lo hice yo y me lavé. Cuando volví a la cama me quité el calzoncillo de frente a él antes de acostarme. Cuando me vio las bolas sus ojos se abrieron grandotes.

Después de apagar la luz del velador me giré de costado y él busco ponerse en cucharita.

-No. Si te pones así, se me va a parar la chota otra vez – le dije

Se quedó de espaldas y yo puse mi pierna sobre las suyas. El me besó el pecho.

-¿Mañana, mejor? –preguntó

-Hum hu –dije yo, queriendo decir si, seguro

Esa fue la historia que quería contarles. Durante tres años todos los viernes y sábado tuve sexo con Luisito y dejé de hacerlo porque rompí mi noviazgo. En realidad la niña planteó que no me quería y ella rompió conmigo. Desde entonces, por esa cuestión fortuita ocurrida, he tenido enorme cantidad de experiencias con pibes. Incluso después de haberme casado.

Uno solo de tantos, me enloqueció. Era el hijo de un superior, de piel muy suave y boca y colita muy golosas al que se le ocurrió besarme el culo un día mientras me chupaba las bolas.

Desde ese día me dominó. Le gustaba chuparme el culo y era capaz de pacerse largos ratos con su carita metida entre mis cantos. Me ponía tan caliente que después se la daba con todas mis ganas por el culín.

Cuando cumplió los 12 años se me fue con el hermano de la madre, su tío

alejandromagnifico@live.com.ar




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