martes, 11 de diciembre de 2012

Con un Ingeniero

Trabajaba yo a mis 28 años en una comunidad rural de mi estado cerca de donde se construía una presa que ahora es un beneficio para toda la población circunvecina. Hice amistad con los ingenieros y obreros de la presa y con alguna frecuencia luego de concluir mis labores llegaba con ellos a tomar unas cervezas. Esto ocurría poco después de las 18 hs.

 Era común que yo caminara los 3 kilómetros que nos separaban, así que llegaba transpirado y sediento y ellos ya tenían preparada la dotación de cervezas. Jugábamos dominó, cartas o simplemente platicábamos. Obvio que todos ellos eran o presumían ser heterosexuales, con vida matrimonial, aunque estaban solos. 

Era una colección de 50 hombres por lo menos, cuyas edades oscilaban entre los 20 y los 50 años. Algunas veces yo llegaba tan transpirado después de la caminata que me apetecía darme un duchazo y entonces, me ofrecían entrar a las regaderas en un espacio techado bastante amplio donde se localizaban 20 regaderas, todas seguidas, sin mamparas o separaciones.

 Para mí era la gloria estar en ese festín de nalgas y vergas al aire y luego al agua. Yo me desnudaba rápidamente y me metía bajo el chorro de agua fresca, sin embargo, mi vista recorría a todos los cabrones ingenieros, plomeros, obreros en general, albañiles y ayudantes que llegaban y sin más ni más se encueraban del todo y mostraban, muchos de ellos sus generosas dotaciones. Es casi seguro que nadie se daba cuenta que me gustaban los hombres. No obstante, había un ingeniero de la constructora que siendo buenos “cuates” me había llamado la atención de manera especial. 

Era un tipo moreno, peludo, con algo de barriga sin ser panzón, muy alto. Una ocasión, se me ocurrió mirar a un lado y vi que él estaba en la ducha al lado de la mía y sin querer le miré una terrible herramienta, aún sin erección. Tenía una verga enorme, o por lo menos eso me parecio y al darse cuenta de que lo miraba, empezó a frotarse, a calentarse y eso se hacía evidente en una erección descomunal que se iba manifestando entre sus manos. La casualidad hizo que estuviésemos solos pues éramos los primeros en bañarnos a aquella hora, pues los otros ingenieros ya lo habían hecho y los obreros aún no regresaban de sus tareas. Mi verga ante tal espectáculo empezó a cobrar vida, me llegó una erección instantánea y mi culo, yo sentía que estaba deseando esa presa dentro.

 Ángel, precioso nombre, se acercó a mí y me tocó un hombro para preguntarme directamente al ondear su verga frente a mi vista: “¿Te gusta?”, Yo no contesté, mi ansiosa mano asió tierna pero firmemente aquel falo que se antojaba delicioso y que al tacto resultaba caliente, vibrante y muy duro. Era en realidad increíblemente grande y Ángel sin pedir permiso comenzó a acariciarme con los labios, las tetillas y tocarme la verga también. "Que rico!!", -expresó Ángel sumamente caliente. Su atractivo principal era su vergota,pues no era muy guapo pero me gustaba, me bajé y comencé a chupársela lentamente de arriba abajo y luego comencé a chuparle los huevos uno a uno, eran tan gordos como su verga. Al chuparle la reata, apenas entraba en mi boca, de manera que era imposible metérmela toda; aún así la percibí deliciosa. 

En ese momento escuchamos un ruido y nos metimos rápidamente en el agua cada uno en su ducha. Esperamos a que se fuera uno de los trabajadores que entró a orinar y convenimos en vernos en su camioneta a la hora que yo quisiera retirarme del campamento. Estuvimos con los demás, llegaron los obreros, prepararon la cena, les sirvieron y los ingenieros y yo tomamos las cervezas con botanas, es decir, todo normal. Esperé incómodo e inquieto, por la erección de mi verga que no había cedido y por la emoción de volver a tener en mi boca o con mayor suerte en mi culo aquella hermosa tranca de hombre caliente, a que llegara una hora prudente, como casi todos las noches para despedirme. Y así fue. El ingeniero Ángel se ofreció a llevarme, explicó a los demás que había conocido ese día una “chamaca” de la ranchería donde yo trabajaba y quería “echarse un taco de ojo”. Afortunadamente, nadie se dispuso a acompañarnos. Apenas arrancó la camioneta y Ángel, de inmediato empezó a tocarme las tetas con su mano derecha, sus dedos estaban calientes y los sentía ásperos, rasposos, dedos de macho, sentir aquellas manos de hombre, me excitó y me lleve sus dedos a la boca. Era muy fornido y algo torpe. 

Yo comencé a sobarle la verga sobre el pantalón; él hizo lo mismo con la mía. Ambas reatas estaban al máximo de su dureza y seguimos con la caricia hasta avanzar casi dos kilómetros y entonces, me dejó de tocar y aguzando la vista y colocando sus dos manos sobre el volante, viró hacia un camino vecinal. La noche era oscura. Sólo la luz de la luna permitía que apreciáramos nuestras siluetas y quizá algo de nuestras facciones. Aparcó, nos bajamos del vehículo, nos sacamos toda la ropa y empecé a chuparle la riquísima verga. Esta vez el se mojó un dedo con saliva y me lo metió en el culo a tiempo que con la otra mano me masturbaba. Luego de un buen rato, me hizo inclinar y siguió esta vez con dos de sus largos y gruesos dedos en mi ano, era doloroso, pero delicioso luego trató de empujarme la verga dentro, pero me lastimaba mucho, pues era muy grande y gruesa y apenas cabía la punta, de manera que le suplique que no continuara, pero el no hizo caso,y aunque yo le suplicaba que no lo hiciera, en el fondo yo queria ser partido en dos por aquel tipo, empujo su verga hasta lo mas hondo de mi hoyo, y luego luego el me tapo la boca para que yo no gritara, realmente era muy doloroso, pero poco a poca, mientras el bombeaba mi culo sentia una rica sensacion de placer mezclada con dolor, me quito la mano de la boca, y me agarro de las nalgas para continuar su faena del "mete-saca" que tanto el como yo disfrutabamos al maximo, asi estuvimos como 10 minutos hasta que cambiamos de posicion.

 Yo sentia morir. Pero de placer y de excitación. Cambiamos como 4 veces de posicion y despues levantándome, saque mi verga de su hoyo y le comencé a chupar su miembro de nuevo, lenta y suavemente. Era una delicia. Hubo un momento en que lo sentí venirse , fue entonces que me eché hacia atrás y volví a tomar su tranca en mis labios aunque no entraba totalmente en mi boca y dejé que acabara; tragué parte de su leche que era abundante y el resto me lo disparó en la cara y en el pecho, fue riquísimo. Agradecido comenzó a chuparme la verga hasta que yo también acabé en su boca, pero él se tragó toda mi leche. Fue exquisito. Nos arreglamos la ropa, abrió dos latas de cerveza, las ingerimos en silencio, llegamos a mi destino y me dijo: “Gracias , nos vemos mañana, te tengo una sorpresa”. 

A la tarde siguiente volvimos a vernos en el campamento, aunque esa vez fue diferente: me invitó a acompañarle al poblado cercano donde un amigo suyo que vive en la ciudad tenía una casa amueblada que le permitía ocupar cuando le visitaban su esposa y sus hijos. Allá estuvimos toda la noche, cogiendo, mamando, disfrutando a tope. Ambos exploramos nuestros cuerpos, nos dimos gusto, disfrutamos y siempre nos vimos como grandes amigos ante todos los demás. Mi estancia en la comunidad llegó a su fin. Nos despedimos, supe algunos meses después que la obra de la presa había concluido y no volvimos a vernos. No tuve la precaución de tomar sus datos ni le di los míos, pero Ángel es un angelote que me recuerda aquellos años de juventud. Espero sus comentarios Julián


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