sábado, 26 de enero de 2013

El electricista se portó muy bien

Quiero relatar lo que me pasó hace algunos meses. Mi esposa había viajado por unos días y quedé solo en casa. Para sorprenderla decidí hacer arreglos. Se me ocurrió un poco de decoración, cambiar lámparas en todos los ambientes y cortinados en el dormitorio.

Por las lámparas fui a una casa de iluminación para pedir asesoramiento y compré plafones sobrios pero modernos y no tan caros. 

En esa misma casa pregunté sobre la posibilidad de que conseguir alguien para que haga la correspondiente instalación. El mismo vendedor me puso en contacto con un instalados y acordamos el día en que podría venir a trabajar para poder estar yo y supervisar todo. 

Se trataba de un hombre relativamente joven de trato muy cordial. 

El día acordado llegó puntualmente, vestido con impecable ropa de trabajo ropa de trabajo. Era un día muy caluroso su pantalón era gris clarito muy delgado y camisa del mismo color, abierta hasta cerca del ombligo. 

Se veía un pecho cubierto de pelos abundantes y negros.


Tenía que colocar varias lámparas porque ya que el departamento tiene cuatro ambientes y, por eso, necesitaría todo un día y esperaba un ayudante que nunca llegó. 

Esto lo puso muy mal y yo que tenía cierta urgencia de ver todo terminado, me ofrecí, lo cual él aceptó. Y nos pusimos manos a la obra.

Comenzó sacando todos los plafones viejos siempre subido en una escalerita de solo cuatro peldaños, eso hacia el trabajo muy difícil.

Yo colaboraba teniendo la escalera y alcanzándole todo lo que necesitaba. Como él estaba siempre arriba de la escalera y yo sosteniendo la misma muchas veces quedé ubicado delante de él pero a una altura por demás privilegiada. Delante de él, cuando levantaba las manos para trabajar en las lámparas se inclinaba hacia delante de modo que mi cara quedaba justo frente a su bragueta. Tenía un panorama envidiable. Sin querer me empecé a calentar cada vez más.

Era un hombre de 40 años de 1.70 de alto como yo, delgado pero con muy buenas formas, sus nalgas llenaban muy bien los pantalones igualmente sus muslos. Yo no me perdía detalles de sus movimientos y sin querer le miraba el paquete que tenía casi todo el tiempo delante de mi cara. Mis ratones estaban a mil.


"Accidentalmente" muchas veces apoyé mi cara en su bulto y él, como estaba muy ocupado, no decía nada. 

Al medio día hicimos un alto y nos dispusimos a comer algo que yo ya tenía preparado, pizza con cervezas.

El fue al baño se tomó un buen rato y volvió muy limpio a comer. 

Mientras hacíamos desaparecer la pizza hablamos de muchas cosas. Entre otras cosas me contó que no tiene hijos y que no está muy bien con la esposa. Dijo que ella lo está dejando. Lo dejé hablar un poco. Seguimos comiendo la pizza y tomando la cerveza. Hablamos de sexo. Le pregunté si andaba saliendo con alguna otra mina y me contestó que no, por ahora. Entones le digo "cómo se arregla con el sexo" y me dijo: "cómo se pueda".

Nos reímos y luego nos pusimos de vuelta a trabajar. Yo estaba muy excitado y me di cuenta que él también. 

Varias veces se llevaba la mano a la entrepierna y se acomodaba el bulto. Yo seguía con mi cara cerca de su entrepierna a propósito me pedía cosas para que yo me acercara.

Noté que tenía su cierre un poco bajado y el bulto estaba más grande y más duro. 

Yo seguí el juego y cuando le sostenía la escalera apoyaba mi cara a propósito y sentía su dureza. Y hasta olía el sexo. Se habías desabrochado la camisa. Por lo tanto tenía su abdomen bien trabajado delante mío.

Su pija estaba hacia arriba y parecía que quería salir. En un momento de esos apoyé la boca y él gimió y apoyó su pija en mi boca directamente. 

Le dije ¿porqué no bajás un ratito así descansamos? y dijo creo que va a ser mejor hace mucho calor acá. 

Bajó se sentó en un sillón grande y me miro. Me dijo creo que tenemos que hacer algo con esto y se tocó la pija. 

Yo me acerqué le bajé el cierre del todo y saqué ese pedazo grueso y escultural que me enloqueció. Grueso, largo y muy duro. Me lo llevé a la boca y se la chupé todo lo que pude, no entraba toda en mi boca. 

Terminé de bajarle el pantalón y lamí sus bolas muy peludas y el culo. El se dejaba, estaba muy claro que disfrutaba todo y me decía: ¡cuanto hace que no me hacen esto! Qué bien la chupas, me estas volviendo loco. 

Me dijo ¿te dejás coger? Y yo le dije "probemos".Después él me bajó el pantalón y me buscó la cola y me dió una chupada espectacular. 

Metió un dedo y yo le facilité el trabajo y seguí chupándolo todo. Después fueron dos dedos y luego tres. Ahí me dolió porque sus manos eran muy grandes y sus dedos muy gruesos.

Me dijo, ¿querés que te le ponga ahora? yo le dije, sí, pero despacio. Y así lo hizo con cuidado pero hasta que entró toda. Yo boca abajo en la alfombra, gozando como loco. No podía creer lo que me estaba pasando, parecía un sueño erótico. Después me dio vuelta y patas al hombro siguió entrando y saliendo. 

Veía su cara, su sonrisa de placer Sostenía mis piernas con fuerza y entraba y salía a un ritmo divino. Sentía todo el peso de cintura en mi culo y golpeaba en cada embestida. Me miraba. Acercó su boca a la mía y me dio un beso recorriendo mi boca con su lengua y así se mantuvo hasta que acabó. Yo aproveché para masturbarme y acabé con su pija todavía dura dentro de mí. 

Después sacó la pija con suavidad se recostó a mi lado. Me dijo que esta era la primera vez que llegaba tan lejos con un tipo. Otras veces jugó un poco con un compañero de trabajo y que algunas veces le chuparon la pija, pero esto le gustó mucho.

Yo rogaba volverlo a ver. Pero lamentablemente no pudo ser ya que dejó de trabajar en la empresa que lo mandó y perdí el contacto. 

Las lámparas quedaron muy bien, y yo ¡también!.


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