Hola mi nombre es Juan Manuel, tengo 20 años y soy gay. Este relato trata de mis mejores experiencias, las cuales fueron con mi padre, espero que les guste. (Es largo pero es bueno, lo garantizo). Mi papá siempre me llamó la atención, desde que era un niño y nos bañábamos juntos. Recuero que las últimas veces fueron cuando tenía 7 u 8 años, me fascinaba verlo parado frente a mi, bajo la regadera, con su cuerpo cubierto de jabón y ver como la espuma del shampoo descendía por su fornido torso hasta adentrarse en sus abundantes y tupidos vellos púbicos y luego salir deslizándose por sus enormes genitales. Mi padre es de los hombres del tipo tosco, rudo y muy macho.
No es muy alto (de uno 1.69) de tes trigueña, cabello y ojos negros, cejas pobladas, y barba y bigote abundantes lo que lo hace ver muy varonil y masculino. Sus brazos y piernas son muy velludos; pero si de músculos bien definidos sobre todo sus bíceps y pantorrillas. Su pecho es muy robusto y está adornado en el centro por un grupo de pelos negros bien rizados; aunque tiene algo de panza, porque le encanta beber cerveza, se ve muy bien.
En fin lo admiraba mucho y nos llevábamos muy bien hasta que entre en la adolescencia y me distancie. Pero eso no quiere decir que deje de pensar en él, al contrario pase mucho tiempo masturbándome fantaseando con él. Al regresar del colegio, por las tardes, almorzaba conmigo y luego se marchaba a tomar su siesta, así que aprovechaba y me escurría en su cuarto para poder verlo; ya que pasábamos las tardes solos (mi mamá trabajaba todo el día y mi hermano estaba en la universidad). Así era como podía mirarlo acostado sin arroparse, sólo usando un ajustado y pequeño calzoncillo que dejaba ver todos sus dotes. Su verga, no es muy grande de unos 17 cm, pero si es mucho muy gruesa y cabezona, incluso cuando no esta erecta; eso es lo más impresionante que tiene, su gordo y oscuro miembro junto con sus enormes y peludos huevos.
Cuando cumplí 17 años pude igualar su tamaño; aunque nunca su grosor; por cierto yo a diferencia de mi padre e igual que mi hermano soy alto, delgado y blanco, no conté con la suerte de parecerme a él. Una de esas tardes, recuerdo que fue un jueves, al ir a espiarlo no lo encontré como de costumbre y sin saber la razón me quede parado en el marco de la puerta y di unas pasos adentro del cuarto justo cuando él salía del baño, y cual fue mi sorpresa, acababa de darse una ducha y estaba completamente desnudo con una toalla sobre los hombros. No pude evitar el desviar la mirada en varias ocasiones, como comprenderán, y él obviamente lo notó; se me acercó preguntándome que pasaba para que lo buscaba, yo no pude decir nada, estaba aturdido, luego me dijo con un semblante muy serio -ahora tengo que irme pero mañana quiero hablar muy seriamente contigo- hasta ese momento pude reaccionar sólo para decirle que estaba bien y poder bajar a mi recamara.
Pasé el resto de ese día angustiado, atormentándome y pensando en que ya sabía que era gay y peor aun que lo espiaba mientras dormía. El viernes siguiente no pude concentrarme en el colegio y al volver a la hora de la comida apenas y pude probar bocado, esperando que me dijera algo terrible; pero no fue así, terminó y se fue. Por uno momentos pude tener algo de alivio, limpie todo y justo cuando iba a quitarme el uniforme me llamó, quise huir, al segundo llamado tuve que subir. Él estaba acostado, en calzoncillo, esperándome. Me pare en el borde opuesto de la cama sin decir nada cuando habló -hijo quiero saber si alguna ves te has masturbado- esa pregunta me sacudió de pies a cabeza, pensé en cientos de respuestas como: “sí, lo hago todo el tiempo y pensando en ti” pero no, la única respuesta que pude dar fue: “no” y nunca imagine que esa respuesta me serviría más de lo que imaginaba. Me miró fijamente y dijo -bueno vamos a remediar eso, quítate la ropa y acuéstate- eso me puso aun más nervioso y no supe que hacer; por lo que tuvo que repetirlo con un tono más fuerte, así que irremediablemente y a pesar de mi miedo lo hice.
Hay estaba yo acostado en ropa interior a lado de mi padre. Se incorporo un poco y luego dijo -nuca hice esto con tu hermano mayor, por lo que contigo será diferente- acto seguido puso su robusta mano sobre mis genitales y comenzó a masajearlos muy despacio, yo no lo podía creer, cuando se me puso del todo dura me retiro el calzoncillo y la sujeto firmemente diciéndome -vaya que la tienes grande…ya me alcanzaste- mi cuerpo estaba helado de los nervios; pero mi verga estaba caliente de la excitación.
Él comenzó a masturbarme despacio y mientras aumentaba el ritmo me agarraba los huevos fuertemente -mira hijo hay varias formas de masturbarse una es despacio y muy suave, o darle muy rápido o como a mi me gusta jalarla muy duro- le pedí que me las hiciera todas y eso hizo. No tarde mucho en correrme por completo. Fue increíble nunca pensé que una de mis fantasías se hiciera realidad. Luego se volvió a costar y me dijo que era su turno, que quería comprobar que había aprendido algo.
Yo no me rehusé ni por un instante, me senté a su lado y por fin pude sujetar su enorme paquete, que para mi asombro no estaba ni un poco erecto, lo que implicaba que tendría que empezar de cero (lo que me agradaba aun más). Lo masajeaba muy efusivamente por lo que me detuvo y me dijo que primero fuera gentil; así fue que empecé hacerlo despacio, con mi mano derecha, mientras que con la izquierda acariciaba sus piernas y huevos. Hasta que puede sentir como empezaba a crecer y endurecerse en mis manos su asombroso miembro. Cuando llegó a su plenitud tuvo que quitarse el calzoncillo, por la incomodidad, y hay estaba su verga, completamente rígida y dura tanto que se le saltaban las venas y el prepucio se corría descubriendo su jugoso y gran glande. Tuve que luchar contra el impulso de mamársela, que era lo que más añoraba en el mundo.
Estuve masturbándolo largo rato, con movimientos duros e intercalándolos con movimientos más suaves y rápidos; hasta que con un fuerte suspiro terminó, su semen salía en incontables chorros que lo bañaron todo, incluso algunos llegaron hasta su espesa barba negra. Al acabar todo me dijo que nos diéramos una ducha para limpiarnos. Estando bajo el agua su verga ya estaba flácida; pero la mía aun no, estaba súper excitado de poder verlo y estar tan cerca de él. Me miró y dijo -¡anda! parece que no se te baja, pues que esperas para masturbarte otra vez para que se te pase- al ver que yo no conseguía lograrlo; me agarro de un arrebato y me puso contra, él dándole la espalda, y usando una mano me sujetaba del abdomen y con la otra me masturbaba. Esta vez fue mejor, ya que el poder sentir su cuerpo rozando el mío y sus abundantes vellos púbicos acariciando mi trasero me puso aún mucho más excitado que antes; tanto que no me contuve y le agarré las nalgas y se las apretaba incansablemente en cada movimiento, para luego acabar en un increíble orgasmo.
Pasaron un par de días desde ese suceso y las cosas como si no hubieran ocurrido. Yo no tenía el valor de iniciar el tema y como él parecía no tener interés me desanimaba aun más; pero no quedaría tranquilo hasta que lo logrará de nuevo, y tuve mi oportunidad. Una noche que él volvía de sus salidas a beber yo me desperté, eran como eso de las doce, salí y lo ayude a entrar el carro (como hacia de vez en cuando) y a instalarlo en el sofá de la sala. Le quite los zapatos y la camisa y cuando le desabroche el pantalón aproveché y metí mi mano por debajo de su calzoncillo y empecé a manoseársela toda; pero él me sujeto y me dijo que no, que me fuera a dormir.
Yo tuve que acceder y retirarme humillado y avergonzado a mi cuarto. Pero hay no acabaría la cosa, o no, eso no. Transcurrió una semana después del incidente fallido, cuando tuve mi segunda oportunidad y esa vez estaba decidido a conseguirla. Era un sábado, mi mamá y mi hermano avisaron que se quedarían a dormir en la casa de mis tíos, por lo que estaríamos solos; pero no contaba con que mi papá se fuera a beber esa noche; así que tuve que esperarlo largo rato. Cuando entró lo ayude a subir las escaleras (le dije que no podía dormir), lo acosté y le quite la ropa. Al estar sólo con los pantalones, me senté en la horilla de la cama y le dije: “se ve muy estresado, una buena masturbada lo relajará”, él me miro en silencio y luego accedió, aunque de no muy convencido. Me subí a la cama y le baje el pantalón y el calzoncillo hasta las rodillas y comencé mi faena de acariciarlo hasta que su poderosa verga alcanzara todas sus dimensiones; estuve largo rato masturbándolo con mi mano derecha mientras que con la izquierda frotaba los vellos de su ingle y luego le manoseaba sus peludos huevos. Al ver que no conseguía que terminará, él me pidió que desistiera -parece que hoy no hay suerte, mejor déjalo así- me dijo; pero esa no era mi intención; así que lo vi fijamente y le conteste: “le prometí que se relajaría y eso haré” y sin permiso o previo aviso me metí su verga en la boca y comencé a succionársela, y como no hubo resistencia alguna proseguí con confianza y muy motivado (porque al fin podía saborear el enorme miembro de mi padre).
Tenía un olor muy fuerte que me excitaba y un sabor indescriptible que variaba entre salado y dulce, cuando salía un poco de líquido pre-eyaculatorio, me fascinaba. Él gemía y suspiraba y cuando no se pudo contener me decía -que bien se la mamas a tu padre…no te detengas, sigue chupándosela a tu padre- lo que me ponía a mil. Mientras se la mamaba de arriba a bajo me aferraba de sus gruesas piernas y él pasaba sus manos por mi cabeza empujándome para que me la metiera toda (lo que era difícil).
Cuando dejaba de mamársela se la lamía como a una paleta de chocolate, dándole mordidas en el glande. Luego pasaba mi lengua por la base venosa de su miembro y después le chupaba los redondos y macizos huevos uno por uno. Cuando se me secaba la boca volvía a chupar su verga para humedecerme los labios y lengua, y poder continuar. Cuando él sentía que se venia me avisaba para que me detuviera. En una ocasión subí por su torso y comencé a chuparle el abundante pelo en pecho, me encantaba sentir como se encolchaban sus vellos en mi lengua.
Después pasaba a sus redondos y oscuros pezones que estaban rodeados de más vellos negros bien rizados por la excitación, les daba tiernos besos y salvajes mordidas. Luego comencé a bajar por su estomago para detenerme en su ombligo y chupar los pelos que tiene en esa área y luego descender aún más hasta su ingle y retomar la labor de mamar su verga, que con tanto placer se había puesto más gruesa y caliente que antes. Llegó un momento en que no pare de succionar y su semen empezó a salir en numerosos y espesos borbotones de tibia leche, que no deje escapar, ni tan solo una gota. Su semen sabia delicioso y lo contuve un buen tiempo entre mi lengua y labios para saborearlo más.
Después me incorpore, él me miro me agradeció (como si no hubiera sido nada en particular) y luego se puso a dormir; yo no lo podía creer, tuve que ir a mi cuarto a darme una gran masturbada para bajarme la calentura que traía; pero en el fondo no me quejaba en lo absoluto. A los días no pasó nada y lo sentía algo raro, parecía que tenía algún tipo de remordimiento; así que decidí dejarlo todo atrás y no perturbarlo más. Aunque lo que paso después me dejo en duda. Me dijo que si terminaba bien ese semestre me recompensaría; así que me puse a estudiar y lo conseguí.
El día que le entregue mis calificaciones me felicitó con un fuerte apretón de mano; pensé eso era todo, que fiasco, pero otra parte de mi me decía que no tratara de hacer nada malo, que no lo molestara más. Pero esa noche, para mi sorpresa, él fue a mi cuarto a despertarme, como a eso de las dos de la madrugada; yo aun estaba algo dormido cuando lo vi parado frente a mí con una gran sonrisa. Él se acercó, puso su mano sobre mi cabeza y me dijo -esta verga es tu recompensa, ¡anda! que esperas para chupármela- Me senté al borde de la cama quedando justo frente a él, “es increíble mi padre quiere hacerlo; así que no lo decepcionare” pensé mientras pasaba mis mano por sus piernas y luego las subí hasta meterlas por debajo del corto bóxer que usaba. Con mi mano derecha se la sujetaba firmemente y le daba suaves movimientos y con la otra frotaba sus tupidos vellos.
Cuando se le paró completamente se quitó todo, dejando el campo libre para empezar. Primero lo masturbe por unos momentos y luego comencé a mamársela lentamente con grandes chupetadas y lengüetazos; él se aferraba a mí mientras gemía y suspiraba con cada movimiento, y yo usaba mi manos para masajearle el culo y aumentar la excitación. Después de un rato me pidió que le chupara los huevos, que eso le gustaba mucho (y a mi también me fascinaba el poder sentir esas enormes bolas peludas en mi boca), lo hacia hasta que me pediera regresar a chuparle la verga y recoger más líquido pre-eyaculatorio. Estuve así hasta que me detuvo y me pidió que me acostara -ahora es tu turno- me dijo.
Luego se subió sobre mí y me quitó la camiseta y calzoneta que tenia puesta; y como se imaginarán ya la tenia totalmente dura y muy sensible; así que cada ves que la succionaba el placer era increíble, la mamaba súper bien, como si no fuera la primera vez que lo hiciera, le encantaba saborearla con la lengua y los labios; por lo que se la restregaba todo el tiempo por toda la cara; el poder sentir los pelos de su barba y bigote rozarme la verga me hacía gemir como nunca antes.
Cuando le rogaba que se detuviera, aprovechaba y me lamía por debajo de los huevos, descendiendo aún más hasta llegar a mi ano; que ya comenzaba a lamer con deliciosos movimientos circulares muy intensos, para luego empezar a meter uno de sus dedos, el placer que mi padre me estaba dando era indescriptible. Después fueron dos dedos. Yo ya no lo resistía, le pedía que me la metiera de una vez. Se detuvo por un momento -A ver entonces, si puedes aguantar la verga de tu padre- me dijo, mientras se hincaba frente a mí para sujetarme y abrirme bien las piernas.
Comencé a sentir como su gorda verga entraba en mi culo poco a poco, muy despacio; experimentaba un intenso calor que se extendía dentro de mí. -Parece que hasta ahora aguatas, veamos si puedes con todo- terminado de decir esto la introdujo completamente de un solo, podía sentir sus vellos rozándome y el golpe de sus huevos en cada movimiento. Me aferraba a sus hombros y espalda, y me mordía los labios para no gritar. Él me veía fijamente con una mirada que nunca olvidare, era un deseo por poseerme que lo llenaba de placer. Sus envestidas eran brutales, lentas pero con movimientos fuertes y secos; podía sentir que me desgarraba y le decía entre gemidos: “sí papi rómpeme el culo, sí…papi” con cada jadeo que daba cobraba mas fuerza y vigor.
La excitación era inmensa, estaba en la gloria. No pude alcanzarlo y termine antes, llenándome todo el pecho de semen; al ver esto me pidió que le diera un poco y eso hice, tomaba con mis dedos todo lo que podía y se lo daba en la boca. Él lo chupaba sin detenerse por un instante -que rico semen...apuesto a que quieres un poco- así que me dio a probar durante un intenso beso, su lengua se enredaba con la mía pasándome mi semen y su saliva. Cuando no pudo contenerse más aumento el ritmo de las envestidas y con un rápido movimiento la sacó y me hinque frente a él con la boca bien abierta para recibir su semen, los chorros eran incontables, me salpicaban toda la cara y cuerpo, y algunos entraron directo en mi boca.
Cuado el último chorro cayo en mi lengua me dio otro beso y caímos rendidos uno al lado del otro, abrasándonos. Me dijo que lo que había pasado esa noche fue lo más intenso que había experimentado. Y desde entonces soy el amante de mi padre casi todas las noches me visita y me da de su tibia leche; pero esas son otras historias.