miércoles, 28 de marzo de 2012

Encuentro con un trailero



Relato:
  
El caso es que mi carro simplemente había dejado de
funcionar, lo cual para mí era un completo misterio, siendo yo el típico niño
inútil que no sabía nada de mecánica, consideré que era mejor dejarlo a un lado
de la carretera y seguir mi camino a pie (a las 11 de la noche) -al fin que sólo
faltan algunos kilómetros para el próximo poblado-, pensé, -y debe de haber por
lo menos una casa ó un ranchito dónde puedan darme alguna ayuda-. La verdad es
que estaba muy equivocado, pues después de caminar casi dos horas no encontraba
nada. Ya sé que pensarán: lo más lógico sería quedarse a dormir en el carro,
pero por la prisa que llevaba, para mí esa idea estaba totalmente fuera de
lugar.

Seguí caminando y desesperándome cada vez más, pues aunque
pasaba alguno que otro carro no me atrevía a pedir un aventón, al considerarlo
demasiado peligroso. Al fin después de un rato, el cansancio pudo más que yo, y
me dispuse a levantar mi mano con el pulgar extendido cada vez que veía que un
carro se aproximaba. Después de un par de intentos infructuosos, oí el ruido de
un trailer que se aproximaba; en cuanto éste me tuvo en su campo de vista activó
las luces altas un par de veces (obviamente me quería transmitir un mensaje),
pero sin pensarlo más, levanté mi mano y le hice la seña para que me diera un
aventón. El trailer pasó de lado sin más.

Sin embargo, unos metros más adelante empezó a frenar y
orillarse, entonces se apoderó de mí una sensación extraña, una combinación de
alivio y miedo. Pero el trailer ya se había orillado -qué más da-, pensé, -es
una persona que se gana la vida manejando en carretera, así que supongo que no
le caerá mal algo de compañía-, de manera que me acerqué al trailer. Cuando
llegué a la cabina me percaté de que la puerta del lado del acompañante ya
estaba abierta: una invitación a pasar.

Entreabrí la puerta y me asomé tímidamente, -buenas noches-
dije. "Pasa", me contestó la persona que se encontraba en el asiento del
conductor, no lograba verlo bien, si acaso podía distinguir levemente sus
facciones por la luz que emanaba el tablero. Subí (como pude) a la cabina del
trailer, e intenté cerrar la puerta, lo cual no logré hasta después de un par de
intentos, pues lo tenía que hacer con bastante fuerza. -Qué estás haciendo tan
noche en esta carretera?- me preguntó el conductor, esta vez lo pude ver mejor,
era un hombre de unos cincuenta y tantos, de complexión robusta y cabello
entrecano, sus facciones eran duras, sin embargo su mirada era amigable, como si
me invitara a conocerlo.

"Mi carro se descompuso", respondí, voy rumbo al siguiente
poblado a ver si puedo conseguir un mecánico, -El siguiente poblado está como a
3 horas- respondió, -Asi que espero que no te importe tenerme de compañero de
viaje por un rato más-. "Por mí, encantado", atiné a responder, después de lo
cual su mirada cambió por unos segundos, pasó de amigable a ser un tanto
inquisitiva, cómo la mirada de un ganadero que está comprando un animal,
inspeccionándolo de pies a cabeza.

Esa última mirada me hizo sentir un poco incómodo, sin
embargo, al analizar mi situación, traté de calmarme, -es sólo un trailero que
me está dando un aventón, no hay de qué preocuparse- pensé. No nos hemos
presentado, dijo, mi nombre es Joel, -el mío es Ricardo- respondí, justo cuando
dije eso, encendió una luz dentro de la cabina, lo cual permitió que nos
viéramos mejor. Me ofreció su mano, y la estreché sin pensar más, su saludo era
fuerte y sentí su mano algo áspera, a diferencia de la mía, la cual era más bien
pequeña, y sin ningún callo.

Platicamos por un rato, Me dijo que era originario del sur de
México y que en estos momentos se dirigía a su ciudad natal, donde lo esperaban
su esposa e hijos. Durante todo este trayecto dejó la pequeña luz de la cabina
encendida, lo cual me permitió verlo con más detenimiento, como mencioné
anteriormente, su complexión era robusta, era un poco gordito, llevaba una
camisa de franela y debajo de ésta, una playera la cual se notaba que le quedaba
un tanto estrecha, ya que podía ver como su estomago formaba una esfera que
empezaba desde abajo de su pecho y terminaba justo antes del cinturón de su
pantalón.

Su pantalón, eso fue lo que más me llamó la atención, era un
típico pantalón de mezclilla, un tanto sucio y usado, pero el caso es que se
podía apreciar que le quedaba muy apretado y por encima de todo, en su
entrepierna se formaba un bulto bastante considerable, lo cuál se hacía más
evidente por lo estrecho del pantalón.

Justo cuando yo estaba mirando su entrepierna, el se llevó la
mano a ésta y se "acomodó" el paquete, de inmediato yo dirigí mi mirada a otro
lado, y de reojo pude ver que me miró por unos instantes, creo que en ese
momento me puse rojo de vergüenza, pues sentí que me había cachado "in fraganti"
mirándole sus partes.

"Y... planea manejar toda la noche?", balbuceé, tratando de
terminar con ese momento incómodo. -Probablemente no- dijo, -quizá en una hora
más me orille y tome una siesta, si no es inconveniente para ti- agregó. -No,
ningún inconveniente-, dije, a lo que respondió con una sonrisa, entre cálida y
condescendiente a mi actitud un tanto exaltada.

"Relájate Ricardo", me dijo, mientras se reacomodaba en el
asiento -asumiendo una posición más cómoda- y recorrió con su mano su abultado
abdomen, terminando de nuevo posándose en el bulto de su pantalón, esta vez no
sólo lo acomodó, sino que dejó su mano sobre éste unos cuantos segundos, y de
nuevo volvió a mirarme. Por segunda vez me atrapó mirándole la entrepierna, de
manera instintiva bajé la mirada, esta vez no sólo sentí vergüenza, sino también
una emoción algo rara, era porque me estaba excitando.

No respondí a su comentario acerca de mi actitud, me
encontraba absorto en mis pensamientos, Joel se llevó de nuevo la mano a su
entrepierna, esta vez noté que el bulto que se formaba en su pantalón era más
grande, y tomaba la forma característica de un pene en erección, pegado a su
muslo. "Lo que me hace falta para para estar más a gusto, es una vieja-, dijo.

Prácticamente podía verle el pene y los huevos, solo los
cubría la ajustada tela de su pantalón, ante este espectáculo, mi pene comenzó a
crecer también, sólo que, a diferencia de mi acompañante, yo traté de ocultarlo.
Me sentía muy raro. "Es que este hombre quiere tener sexo conmigo?" dije para
mis adentros. Al parecer así era, y dadas las circunstancias, no me extrañaba
demasiado, se entiende que los traileros pasan mucho tiempo en la carretera, sin
oportunidad de descargar la tensión sexual que se acumula durante tantos días.

Pero yo nunca había tenido sexo con un hombre, al menos no
uno como Joel; claro que había jugado con la idea, e incluso tuve un par de
experiencias unos años antes, pero esto era totalmente distinto. Estaba ante un
hombre hecho y derecho, no afeminado ni nada por el estilo. Nada en su manera de
hablar ó vestir lo delataba, era simplemente un hombre de cincuenta y tantos
años tan varonil como cualquiera.

Por lo que en mi mente algo no encajaba, me sentía excitado,
mucho más que en mis anteriores experiencias con hombres, sin embargo, algo
estaba mal, no comprendía como un hombre como Joel, varonil tanto en su trato
como en su aspecto, quería tener sexo conmigo.

Y entonces, algo hizo click en mi cerebro, El cuerpo de Joel
era robusto, el mío delgado, su piel era áspera, oscura y repleta de vellos, la
mía era blanca y mucho más suave pues soy lampiño. Sus facciones rudas y su
bigote contrastaban con mi cara, la cual conservaba un aspecto algo infantil, a
pesar de tener yo 23 años. Todo lo anterior me llevó una conclusión, en ese
instante, yo era la mujer que él deseaba.

Esta revelación me hizo relajarme un poco más, y aunque me
sentía aún un tanto extraño ante mi condición en ese momento, la combinación de
excitación, curiosidad y un poco de miedo, se apoderaban de cada vez más de mí.
Una vez que me di cuenta del lugar que me correspondía, me puse a ver el bulto
que Joel se acariciaba, de manera abierta, queriendo que el notara que lo estaba
viendo, que estaba interesado en lo que me ofrecía.

Joel comenzó a disminuir la velocidad del trailer, -creo que
es hora de tomar un descanso-, dijo, -me parece bien- respondí. Una vez que el
trailer estuvo estacionado a un lado de la carretera, se levantó de su asiento e
inclinó su cuerpo hacía mí, con la supuesta intención de tomar algunos mapas que
se encontraban en mi lado de la cabina, de esta manera su entrepierna, y más
específicamente, el gran bulto que brotaba de ella, quedaban exactamente a la
altura de mi cara; -no encuentro unos mapas que dejé aquí, decía- mientras
trataba de encontrar algo en un pequeño compartimento y agitaba su bulto frente
a mí. En ese instante hice lo que me pareció más natural, puse mi mano sobre el
bulto de su entrepierna, y comencé a acariciarlo rítmicamente. Esa era la prueba
contundente, la última señal que él estaba esperando, yo era su puta.

"Quieres verlo?", me preguntó, -sí- dije sin pensarlo, en un
tono más suave que mi voz habitual. Se enderezó y quedó de pie frente a mí,
agarró mi nuca y empezó a frotar mi cabeza contra su bulto, me veía hacia abajo
con una mirada agresiva, como si fuera mi dueño, esto me excitó mucho, de manera
que en ese momento me dieron unas ganas tremendas de chupar su pene, como si con
eso demostrara que él era el macho dominante y yo su hembra sumisa.

Miré a Joel, como un cachorro mira a su dueño para pedir
comida, en ese instante la comida era su pene, no me hizo esperar más y con una
de sus grandes manos desabrochó su cinturón, acto seguido, prosiguió con el
broche de su pantalón y por fin bajó el cierre. Su hombría brotó frente a mí,
aún capturada por un boxer, pero eso no fue problema, pues con la otra mano sacó
su pene por el agujero de la ropa interior.

Sin dejar de mirarlo a los ojos, tomé su palpitante trozo de
carne en mi mano, éste se veía grandísimo en mi pequeña palma, era más grande
que el mío, mucho más imponente. Empecé a frotarlo de manera lenta mientras lo
veía a los ojos, como buscando su aprobación. El no dejaba de mirarme con esa
actitud de superioridad, a lo que yo respondí poniendo mis labios sobre su
glande, entonces el dejó escapar un suspiro -pero sin bajar la guardia un
momento-, estaba imponiéndose ante mí y mi trabajo era honrar su masculinidad.

Empecé a rodear su glande con mis labios, abriendo cada vez
más mi boca, hasta que éste estaba adentro, comencé a seguir un movimiento lento
y rítmico, mientras con mis manos exploraba el resto de su cuerpo, tan recio y
masculino que me hacía sentir cada vez más como una mujer, rindiendo tributo a
su hombre.

Entonces separó mi cabeza de su pene, encendió la pequeña luz
de la parte trasera de la cabina, y entró en ella para sentarse -con las piernas
abiertas y el pene apuntando hacia el techo- en la pequeña cama que se
encontraba en ese reducido espacio. No hubo necesidad de que hablara, yo
instintivamente lo seguí, y al ver que se encontraba en esa posición,
inmediatamente supe cuál era mi lugar en esa escena.

Me acerqué y me puse de pie frente a él, que inmediatamente
me comenzó a desabrochar el pantalón y me quitó la camisa, en un momento ya me
tenía desnudo, yo estaba temblando de la emoción cuando alcanzó un compartimento
a un lado de la cama, del cual sacó un frasco y un condón.

Abrió el frasco y empezó a frotar su contenido en mi trasero,
sobre mis nalgas y finalmente en mi ano, introdujo un dedo, lo cuál me produjo
un pequeño sobresalto, al ver esto, el dejó un poco su actitud dominante y
sonrió, -Hacía mucho que no subía una vieja al trailer-, dijo, mientras
terminaba de lubricar mi ano.

Una vez que terminó con su tarea de lubricación, me entregó
el condón, y sin mayores instrucciones hice lo que tenía que hacer: me incliné y
lo puse sobre su pene, totalmente erecto y palpitante. Una vez que hice esto, el
cuadro estaba completo: él estaba sentado en su ropa de trabajo, con las piernas
abiertas y el pene en completa erección, mirándome con una actitud de seguridad,
casi prepotencia; yo, inclinado ante él, como un sirviente esperando complacer a
su amo.

Entonces se acercó a mí, me agarró por la cintura y en ese
momento supe que era la hora de pagar la cuota del viaje. Sin ningún problema
pudo levantar mi ligero cuerpo y lo posó exactamente sobre su palo de carne, no
tuve ni siquiera tiempo de pensarlo dos veces, al estar mi ano completamente
lubricado, su pene entró de un sólo golpe en mí. Dejé escapar un ligero gemido,
aquello era algo que nunca había experimentado, y sin embargo, se sentía tan
natural, como si ese fuera el orden original de las cosas: al no haber una
hembra disponible, un macho dominará a otro más débil para saciar su apetito
sexual.

Aquella sensación era increíble, su pene estaba dentro de mí,
entrando y saliendo a un ritmo cada vez más rápido, instintivamente arqueé la
espalda y apoyé mis manos sobre sus grandes muslos, mientras inclinaba la cabeza
hacia atras, mi mirada estaba perdida, en ese momento lo único que importaba era
la sensación de tener el pene de Joel en mí, mientras besaba mi cuello y lamía
mis tetillas; en un principio él era el que se movía entrando y saliendo de mi
cuerpo, pero después de un rato y sin darme cuenta, yo era el que estaba
haciendo todo el trabajo, como una puta insaciable me sentaba en su pene, de
manera cada vez más rápida y violenta, al mismo tiempo que empecé a gemir, como
una mujerzuela en un motel cualquiera.

El ritmo de mis movimientos comenzó a ser cada vez más rápido
y empezamos a descontrolarnos cada vez más, él, al igual que yo, estaba perdido
en el placer, jadeaba contestando a mis gemidos, me besaba y penetraba cada vez
más fuerte, hasta que arqueó por completo su cuerpo, levantándome completamente
con la fuerza de su torso, en ese mismo instante, solo bastó que tocara un poco
mi pene, para que tuviera un orgasmo al mismo tiempo que él, la sensación era
indescriptible, yo tenía un orgasmo con su pene metido en mi culo, con el cual
masajeaba con mis espasmos su pene que eyaculaba.

Una vez que terminó todo, nos acostamos, cansados y
satisfechos. Llegó la mañana siguiente, desperté, recogí mi ropa y comencé a
vestirme, él ya estaba frente al volante. No hablamos mucho durante el resto del
trayecto, y una vez que llegamos al poblado más cercano, nos despedimos y
tomamos caminos distintos, el debía llegar a su casa y yo tenía que conseguir un
mecánico.

Al mirarlo por última vez, me di cuenta de que lo que había
pasado la noche anterior, se quedaría en esa noche para siempre, nadie hablaría
nada al respecto y con el tiempo, quizá se olvidaría, pero estoy seguro que
ninguno de los dos tenía remordimientos y si se diera el caso, volveríamos a
repetir lo ocurrido. Pues después de todo, abrigados por la oscuridad y la
lujuria cualquiera puede hacer lo que nosotros hicimos esa noche: dejarse llevar
por sus instintos.


1 comentario:

  1. como me gustaria un encuentro asi con un camionero o trailero, y le hago pete y soy su puta durante el viaje ufff
    escribime si sos un camionero asi como el del relato chaser4topbear@outlook.com

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