lunes, 23 de enero de 2012

En el Camión

Hola, mi nombre es Eduardo y tengo 19 años, mi piel es morena, mido 1.80, soy de un cuerpo aunque no es muy musculoso es de buen ver, mi historia comienza en una noche que regresaba de mis clases de jazz, eran como las 10:30 de la noche, yo estaba saliendo del metro cuando vi como se alejaba el último camión de la noche, trate de correr para ver si podía alcanzarlo, pero no lo logré, me llene de frustración al ver como se iba el transporte.

De repente oí la voz de dos hombres que me decían: — Oye muchacho, ya no habrá mas camiones esta noche — Uno de los hombres estaba arreglando unos problemas que tenia con su camión, se encontraba debajo del camión con un oberol lleno de grasa, sudado, y lleno de manchas es su cuerpo varonil.


El hombre que estaba arreglando su camión le dijo a su amigo en el oído: — ¿Y si lo llevamos?, no creo que vaya muy lejos — el otro hombre le respondió, — Esta bien, pero ya sabes que es lo que tiene que hacer —.
Los dos hombres se presentaron uno de ellos se llamaba Carlos ( el que estaba arreglando el camión) y el otro se llamaba Manuel ( el chofer), los dos hombres se me acercaron y me dijeron que si me si iba muy lejos, yo les respondí que un poco, Carlos me dijo que el coche de Manuel estaba estacionado en la esquina y que si los ayudaba a cargar las herramientas ellos me podían llevar a mi casa, yo accedí pues ya quería irme a mi casa, además de poder pasar mas tiempo con esos dos hombres que me excitaban a tal grado que ya tenia mi pinga dura como un trozo de madera.


Carlos acabó de arreglar el camión y me dijo que subiera a donde estaban los asientos por unas herramientas, me puse de rodillas y comencé a depositar las herramientas en una caja roja de metal, cuando de pronto me percate de que Carlos estaba atrás de mi, parado, me acariciaba la cabeza con sus manos rasposas de trabajador, sus dedos grandes de hombre, yo giré rápidamente la cabeza hacia el, mi cara quedaba justo en la entrada de su cierre y de su gran verga, el me dijo: —¿ Quieres un poco de rica lechita mi zorra? — yo le dije que si asentando con la cabeza, inmediatamente vi sus ojos llenos de lujuria, tenia barba de candado y la quijada muy marcada, una de sus manos fue bajando el cierre de su oberol lentamente, se fueron descubriendo sus enormes pectorales marcados y peludos, sus pezones estaban parados y tiesos, bajo mas y mas su cierre me dejó ver sus bellos y duros cuadritos de su estomago, pude ver una fila enorme de negros y gruesos bellos púvicos con olor a hombre, de un instante a otro dejó salir su enorme falo de unos 23 cm. y una cabeza roja y enorme, por todo su pene corrían una venas saltonas, sus huevos eran tan enormes que yo pensé que no me cabrían en mi boca. Me alzó bruscamente del piso, y comenzó a besarme salvajemente metió tu legua hasta mi garganta, mordió mis labios hasta casi hacerlos sangrar, me bajó el pantalón y rompió de un jalón mis calzones, comenzó a dedearme con esos dedos grandes que poseía, primero metió un dedo, después dos; ¡que dolor sentía!, pero el placer era aún más grande, me metió TRES dedos de hombre que raspaban mi ano, los metía y sacaba en un frenesí incontrolable, todo el dolor que sentí se convirtió en una dicha indescriptible.


No me había dado cuenta de que su amigo Manuel se estaba masturbando en la entrada del camión completamente desnudo, el tenia un cuerpo que me hacia venirme en un instante, su cara era de un pervertido de lo peor, tenia unas botas de obrero, de en medio de sus piernas salía una verga dura y venosa de unos 25 cm. sus bolas eran redondas y peludas. sus piernas eran largas y bien torneadas.
Carlos me quito toda la ropa con una desesperación de un animal en brama, hizo que me pusiera de rodillas y comencé a mamarsela su verga casi no me cabía en la boca pero yo hice hasta lo imposible para que toda cupiera, yo me la metía y sacaba la llene toda de saliba hasta que quedó por completo mojada, el empujaba ese mounstro hacia el interior de mi boca cada vez más y más fuerte, yo lo oía gemir de placer y sudar del esfuerzo que hacia, comenzó a sudar tanto que me llegó un olor de hombre desde sus axilas peludas.



 El me levantó y comenzó a besarme, Manuel se acerco hacia nosotros y le dijo a Carlos que era su turno de divertirse, se sentó en uno de los asientos del camión y con una voz grave y fuerte me ordenó: ¡lámeme las botas perra! yo le hice caso y comencé mi tarea la cual me daba un rico placer, después hizo que le desamarrara las botas con la boca yo lo hice de inmediato, ya fuera los zapatos empecé a lamerle los pies, el olor que despedían eran de varón sus dedos eran largos y duros, lamí cada uno de ellos, sus plantas estaban sudadas recorrí cada centímetro de esos pies hermosos con mi lengua, en la parte superior de los pies le arranqué uno vellos que tenía, el gimió de placer, mientras yo hacia toda esta travesía Carlos me lamía y metía sus dedos en mi ano de una manera descontrolada.

Fui subiendo lentamente por todo el cuerpo de Manuel le lamí sus piernas, le mordí sus huevos y le hice un orla tan rico que hizo que casi se viniera en mi boca, su pene era tan hermoso, estaba casi a punto de reventar de rica leche calientita, mordí y arranque varios de sus pelos púvicos, el gimió de nuevo, agarró mi cabeza y comenzó a empujarla a hacia su enorme verga comenzó un mete y saca que casi hacia me ahogara pero era más mi placer que mi dolor o mi asfixia, seguí subiendo hasta que me topé con sus pezones los lamí y acaricié, sus ojos se pusieron en blanco, de pronto Carlos le dijo a Manuel — ¿no crees que es hora de que le enseñemos a esta puta quiénes son los que mandan aquí? — Manuel dijo —claro que si, se ha portado muy mal y merece un castigo —.


Manuel me puso de perrito y metió de un solo jalón ese mounstro que tenia entre sus piernas el dolor fue indescriptible, sentía que me partía en dos, me tomó del cabello agresivamente y comenzó un bai ben desquiciado, el me decía: — Te gusta esto verdad, puta, si yo se que te gusta— yo gemía de un placer tan delicioso, sus empujones eran tan fuertes que sentía como mi ano se abría cada vez más y más.


Carlos entonces dijo: — Es suficiente de esa posición, deja que yo disfrute ese culo tan rico que tiene esta puta —.
Manuel me saco su verga, yo sentí un triste pero buen descanso, el cual no duraría por mucho tiempo, Carlos se sentó he hizo que yo me insertara su verga dura, comencé a cabalgarlo mientras el me metía sus dedos en mi boca, los metió tanto que yo pensé que me ahogaría, le lamía sus axilas pues el tenia sus brazos detrás de su cabeza, su sabor era como de sal, ese olor y sabor aun me excita tanto.
Su pene dentro de mi hacía que yo sintiera una dicha enorme, así paso mucho tiempo, hasta que Manuel le dijo a Carlos: — es hora de que le demos su leche a la perra—.


Me pusieron de rodillas y comenzaron a masturbarse frente a mi cara, los dos se vieron sobre mi boca al mismo tiempo, yo la abrí para recibir toda esa rica leche la cual me la tome toda, porque había sido un niño muy malo, me levantaron bruscamente y los tres nos besamos, nos vestimos y nos prometimos que volveríamos a repetirlo cada vez que quisieras. Me llevaron a mi casa como lo prometieron y ahora ruego para que el último camión se valla t repitamos esa y más historias que tengo a lado de esos hombres tan machos que nunca podré olvidar.




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