Hola a todos Soy Colombiano de nacimiento , tengo 29 años soy casado esto me sucedio en la universidad cuando fui a buscar un amigo.
Fui a buscar a juan a su casa, pero no lo encontré; al parecer mi amigo había salido con su madre y no regresaría hasta la tarde. Su papá me preguntó para qué lo quería y yo respondí que iba a buscar mis cuadernos, lo que era cierto, por lo que me hizo pasar y me llevó al cuarto de su hijo para que yo viera si los había dejado por allí. No busqué mucho en realidad, decidí que sería mejor preguntarle a mi amigo una vez que estuviera en casa.
Don Fernando me ofreció un vaso de bebida y me instó a que me sentara un rato a ver televisión con él y eso hice. Yo siempre le había tenido un poco de fastidio a este hombre, supongo que lo veía un poco rudo, su voz tan grave me intimidaba y su estampa de macho peludo y de cuerpo macizo me ponían muy nervioso. Creo que veía en él a la antítesis de lo que era yo, un muchacho flaco, sin mucha gracia y además bastante tímido.
La televisión exhibía un programa de concursos muy popular en aquella época, ( el souw de don Francisco)en realidad lo estaba disfrutando cuando don Fernando me dijo que lo acompañara a su pieza porque iba a ver en la televisión del cuarto. Yo lo acompañé y mientras él se tiraba cuan largo y pesado era, yo me senté a un lado.tírate en la cama también, me dijo, y eso hice yo, cuidando que mis zapatillas quedaran al aire para no ensuciar el acolchado.
Si quieres sácate las zapatillas, volví a sentir su voz profunda.
Me saqué las zapatillas y él se paró de la cama, cerró las persianas y apagó la luz quedando así la pieza en una semioscuridad sólo interrumpida por los pantallazos del viejo televisor. Luego volvió a su costado de la cama y se sacó los zapatos; subió a la cama por su costado y se estiró nuevamente. Miré sus pies, grandes y cubiertos por un par de medias que se veían muy limpias. Bruscamente con su brazo derecho me atrajo más hacia él diciendo que si no me iba a caer de la cama y riendo de su comentario, yo sólo sonreí tímidamente y me dejé llevar hacia el centro de la cama. Su brazo derecho, no obstante, no volvió a su lugar, quedó allí medio abrazándome y haciéndome sentir algo muy extraño, me gustaba la sensación de sentir mi cabeza apoyada en su brazo y percibir de reojo, su pecho levantarse con su respiración.
Cada tanto él hacía un comentario sobre lo que veíamos en la T.V. y yo contestaba con monosílabos, con timidez, pero también disfrutando el programa que, de hecho, era bastante divertido. Sin embargo, aun con la vista fija en el televisor podía sentir de tanto su dedo pulgar que se movía apenas unos milímetros en mi brazo, en una suerte de caricia casi imperceptible, pero que tenía el poder de desviar mi atención hacia este gesto suyo, tan sutil como placentero para mí.
En su otra mano tenía una cerveza a la que a cada cierto tiempo daba un sorbo largo y luego la dejaba apoyada en su barriga….. a veces un poco más abajo. Me intrigaba eso, ver la botella de cerveza apoyada en su entrepierna, trataba de mirar sólo el televisor, pero sus continuas caricias en mi brazo y su botella en ese lugar de su pantalón distraían constantemente mi atención.
Me sentía extraño , y como de malgenio de estar ahí con don Fernando. ¿Y si llegaba Juan y su madre?, pero no, él dijo que llegarían tarde. Absorto en estos pensamientos, me sobresalté cuando él sacó su brazo y dijo que se pondría algo más cómodo. Fue a la cómoda y sacó un short. Estaba de espaldas a mi cuando se bajó los pantalones y se quedó en interiores. La cómoda estaba a un costado de la cama y el televisor frente a ella, pero como él estaba de espaldas, no sabría que yo estaba mirándolo. Me puse rojo al ver sus piernas tremendamente peludas y gruesas y más aún al ver cuán ceñidos le quedaban los interiores. Dejaban incluso vislumbrar la gruta que separaba sus nalgas. ¿Qué estaba haciendo ahora?, al parecer esos shorts no eran lo apropiados, porque volvió a ponerlos en la cóm oda y hurgueteó un poco más sacando, al parecer, otro par.yo no era homosexual ni nada de eso , Luego y para mi más absoluta sorpresa, se bajó los interiores quedando a mi vista unas nalgas peludas como jamás había visto yo en mis 20 años de vida que inmediatamente fueron cubiertas por el short. De inmediato di vuelta mi vista y seguí mirando el televisor.
Sentí cuando se recostó a mi lado nuevamente encontrándome otra vez muy a la orilla de la cama. Sin más, pasó su brazo otra vez por debajo de mi cabeza atrayéndome hacia él. ¿En qué momento había desabrochado completamente su camisa?, no lo sé, pero ver su pecho desnudo, tapizado de vellos oscuros, largos y brillantes, me hizo temblar. Debe haberse dado cuenta de mi nerviosismo porque me preguntó si me pasaba algo.
-no, respondí
No sé cuánto rato pasó, pero al rato me encontraba ya con mi cabeza casi en su pecho. No sabía cómo había llegado hasta allí, supongo que la presión de su brazo sería la causa y en esa posición no podía evitar mrar su mano izquierda que descansaba con los dedos metidos bajo el elástico del short. Cada vez que pasaba algo cómico en el programa de televisión, él reía fuertemente y su mano parecía entrar un poco más y salir hasta la mitad nuevamente. Mi vista trataba de mirar a la pantalla, pero duraba muy poco para volver nuevamente a mirar su barriga llena de pelos.
¿Era parecer mío o cada vez que yo lo miraba su mano parecía levantar un poquito el elástico del short?. No, tiene que haber sido mi imaginación, pensaba yo. Pero en un instante hasta pude ver una gran cantidad de pelos que cubría su bajo vientre.
Al rato su mano izquierda tomó la mía y continuó mirando la tele como si nada. Sobaba la palma de mi mano distraídamente mientras seguía disfrutando del show. A ratos la ponía sobre su estómago y la acariciaba sobre él logrando que mis nervios aumentaran al tocar sus pelos con el dorso de mi mano.
Esto continuó por un rato hasta que de pronto, en un momento muy jocoso de los concursantes de la tele, rió fuertemente y llevó su mano unos centímetros más abajo, mi mano entre la suya quedó entonces sobre el elástico de su short y así, mientras estiraba mis deditos y los acariciaba tan naturalmente me encontré por fin con la sorpresa de mi vida.
Al principio, no sabía qué era, o no quería creerlo, tan fuerte era la impresión. Por entre el elástico de su short sobresalía una cabeza colorada y brillante que tocaba el dorso de mi mano haciéndome sentir su calor y su humedad. Yo temblaba de emoción.
- Está bueno el programa, no?, me decía entre miradas sonrientes hacia mi cara, en ese momento ya roja de placer y nervios.
Te gusta?, me decía, mientras apretaba más y más su mano hacia abajo logrando que cada vez la mía entrara más y más en contacto con esa cosa dura y caliente.
Se inclinó hacia mí y me besó suavemente en la frente y me susurró:
cierra los ojitoseso, así, manténgalos cerraditos, sentía su susurro grave cerca de mi oreja y con mi cara ardiendo, asentí Abrió mi mano y la cerró en esa cosa gruesa, aferrándola con la mía. Poco a poco sentí como su mano comenzaba un movimiento de sube y baja llevándose la mía con sus movimientos.
¿Asíii, ves que te gusta?, me hablaba bajito y yo sentía que se me cortaba la respiración.
No abras los ojos, me susurró nuevamente
Se incorporó un poco y con mi mano en su pene me pareció sentir que sus shorts se deslizaban hacia abajo. Retiré mi mano y unos pocos movimientos después me arrastró con su brazo derecho más hacia el centro de la cama. No me atreví a abrir los ojos, pero no pude evitar abrirlos cuando me pareció sentir que ponía sus piernas a ambos costados de mi cuerpo.
Una gran mata de pelos negros estaban frente a mi cara y casi tocando mi boca una verga enorme, con venas muy gruesas se acercaba mientras escuchaba a lo lejos sus susurros:
Abra la boca, me decía
Abra la boca, eso, así, qué rico mi Jovencito, el susurro volviéndose exclamación de placer
Chúpela mi amorcito, chúpesela a su macho.
Hice lo que me pedía, estremeciéndome con sus palabras y aunque me incomodaba el grosor de su verga en mi boca sólo alcanzaba a meter una parte de ella, pero parecía que la tenía toda en la boca. Chupé y chupé lo mejor que pude mientras él desabrochaba mi camisa. Luego mis pantalones y enseguida me la sacó. Se incorporó un poco y me desnudó completamente. En este punto me sorprendí de no sentir vergüenza alguna, sólo una gran necesidad de seguir chupando y de que continuara con aquello tan maravilloso que me estaba haciendo. ¿Le haría lo mismo a Juan?.
Una vez desnudos los dos, me abrazó fuertemente de costado y me besó. Fue raro sentir su lengua metiéndose en mi boca, buscando mi lengua. Nunca me hubiera imaginado que eso se podía hacer, pero me gustaba tanto que cooperaba con él. Levantó una de mis piernas flacas y puso allí su pene quemando el interior de mis piernas que la apretaban como para que no escapara. Comenzó un vaivén de mete y saca mientras me besaba en el cuello y con sus manazas abría mi culito dejando el hoyito expuesto. Tocándolo con uno de sus dedos y tratando de meterlo allí.
¿Quieres que te lo meta?, me decía al oído.
Sí, contestaba yo, sin saber realmente a qué se refería.
´Te voy a culear, perrito mío; vas a probar mi verga enteritaaaaaa.
Siii, gemía yo, inocentemente, sin adivinar lo que significaba ese dolor.
Date vuelta, me dijo en un susurro y antes que yo lo hiciera él mismo me volteó con uno de sus brazos.
Me hizo ponerme como un perrito, con las piernas flexionadas y mi culito levantado. Sentí como me escupió el ano y a pesar que me pareció repugnante lo que hizo, inmediatamente me vi envuelto en un nuevo placer. Su lengua me perforaba el anito. Me escupía y me trataba de meter un dedo. A ratos su lengua, a ratos su dedo hasta que de pronto sentí mi hoyito traspasado por su dedo grueso, pero no sentí mucho dolor, más bien una cierta incomodidad pronto superada.
Poco a poco me fue metiendo el dedo más y más adentro, iniciando un placentero ir y venir de mis entrañas. No sé en qué momento fue, pero de pronto me susurró: ya tiene tres dedos adentro mi cola, pronto va a tener mi verga todita para ud. ……para ud. solito mi amorcitoooooo.
Yo estaba un poco cansado de estar en esa posición, pero no tuve que esperar mucho más, Pronto sentí su miembro caliente resbalar por mi rajita en lo que yo sentí como una caricia, un beso de su pene en mi hoyito y luego un dolor insoportable me hizo enterrar la cabeza en la almohada, mientras don Fernando firmemente me tomaba de las caderas no dejándome escapar.
Aguante m’ijito, aguante, que el dolor pasa enseguida, me consolaba.
Ya está, ya la tiene adentro mi amor, aguante un poquito más
Yo no hubiera podido responder aunque hubiese querido porque sentía que me faltaba el aire. Así estuvimos un rato, él no parecía hacer nada más que mantener su pene dentro mío, pero claro, estaba esperando a que mi culo se acostumbrara a su grosor. Poco a poco el dolor fue desapareciendo, ayudado lo que me decía don Fernando en la orejita.
¿Se siente tan rico mi amorcito!, ¡está tan apretadito!
¿Le gusta como me lo culeo?, me decía mientras comenzaba entrar y salir de mi hoyito para ese entonces ardiendo de ganas de sentirlo todo dentro.
Siiiii, le contesté susurrando, ¡se siente muy ricooooo!.
Siiii, mi amooooor, goce mi verga m’ijiito, es suya y de nadie más, gócelaaaaa, me susurraba mientras su verga se adentraba más y más.
Las sensaciones eran indescriptibles, me parecía imposible retener una sensación porque luego era reemplazada por otra más placentera. Sentía unas cosquillitas en el interior de mi estomago cada vez que sea estaca de carne se introducía en mi interior. Era una sensación inenarrable. A ratos parecía chocar con algo dentro de mi hoyito que me causaba un temblor por todo el cuerpo y en ese momento él me apretaba más contra su cuerpo sudado y ardiente. Sus pelos se pegaban contra mi espalda.
En ese momento me dio vuelta, dejándome de espaldas en la cama sin sacar su verga de mi culo. Qué fascinación sentí entonces de ver a ese hombre tremendo, su pecho peludo surcado de sudor y su cara en una mueca demudada de placer. Abrí mis piernas sin que me lo pidiera extendiéndolas lo más que me era posible y sin que me lo pidiera también las crucé por su espalda mientras él se apoyaba con sus antebrazos en la cama para no lastimarme con su peso, me miraba a los ojos mientras su cogida no descansaba. Su mirada era caliente, una mirada animal, pero también llena de ternura. Me besaba los labios y levantaba su cabeza volviendo a mirar mi rostro como preguntándome en silencio si me gustaba o no.
-Ya mi amor, ahora soy todo suyo mi putito rico, me dijo de pronto y dicho esto, se clavó muy dentro de mí y se quedó quieto. Con mi esfínter sentí los ríos de leche que me inundaban no acertando a adivinar qué era eso que me quemaba en mi interior. Su pene lo sentía latir a cada trallazo de semen mientras él, quieto y abrazado a mi, respiraba entrecortadamente con los ojos cerrados. Besé su cara en un acto puramente instintivo y él me devolvió el beso. Su cara sabía salada. Y allí me quedé muy quietecito debajo de él mientras mi potito se cerraba en su cilindro de carne y éste respondía a esta caricia con un latido que me llegaba al alma.
Esta fue mi primera vez si alguien quisiera contarme su primera vez escribame a
Autor: libardo_76
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