Era el comienzo de un nuevo año en la universidad nocturna, el cuarto de mi carrera, todo apuntaba a que sería un año como los anteriores; la misma gente, profesores nuevos pero la mayoría ya conocidos debido al transcurrir diario de 3 años de carrera.
Sin embargo, algo era distinto, en esta oportunidad dividieron mi sección en dos grupos y otras personas provenientes de otras secciones ingresaron al grupo, entre ellos un hombre (o mejor dicho un sueño de oso) de unos 30 años, de aproximadamente 1.75 de altura, ojos color miel, de pelo negro, tan velludo que podía verse vello saliendo por encima de la parte trasera del cuello de su camisa, y para mi deleite, usaba camisa manga corta con tan solo 3 de los botones en uso, lo que permitía que su hermoso pecho de macizas y duras proporciones quedará muy sensualmente al descubierto, debía pesar alrededor de 100 kilos y poseía una barriguita típica de quienes son algo asiduos a las birras y su hermoso y grueso cabello negro caía de manera desordenada sobre sus sienes y le llegaba, casi, a la altura de los hombros. Al verlo quedé estupefacto y me dije a mi mismo, "por lo menos tendrás buena vista este año".
Ese día me dediqué a verlo detenidamente y me percaté que era un hombre muy callado y reservado que se dedicaba a escuchar la clase, tomar apuntes y a más nada, al final de la clase el profesor solicitó un asistente para la cátedra y Ernesto (el oso), se ofreció para el puesto, lo que demostraba un genuino interés por los estudios. Al verlo en esas actividades y al escucharlo y ver su forma de expresarse, me hizo pensar que era un hombre completamente heterosexual (seguramente comprometido) así que de alguna forma me olvidé de él, desde ese punto de vista, y decidí que sería simplemente el colirio de todas las noches en mis días de clases y sólo eso. Yo acostumbraba llegar a mis clases una hora antes de lo usual con la intención de leer un poco lo que se debería ver durante las clases, cuando me dedicaba a estudiar unos apuntes, sentí que alguien tocaba mi espalda y me decía ¿Que haces Andrés?, ¿Qué lees?. Yo me sobresalté, ya que el salón estaba vacío, pero al voltearme vi que era Ernesto quien me miraba sonriendo levemente. No puede evitar detener mi mirada en su velludo pecho, y pude percibir el grato aroma de su cuerpo, que se notaba algo sudado por el trajín del día. No era un olor desagradable, más bien era muy sexy y atrayente, mezcla de olor de macho con colonia suave, era un olor muy masculino.
Me quedé algo absorto y sin querer deje caer mi lápiz, y al inclinarme para recogerlo, miré el bulto de su entrepierna, el cual se notaba en descanso por lo que no pude apreciar nada, Ernesto se disculpó por haberme sorprendido y me dijo que él solía llegar temprano a preparar apuntes y que si quería los compartía conmigo y, para ahorrarnos trabajo, y me propuso hacer equipo para los diferentes trabajos de cátedra. Yo no soy muy amigo de los grupos de estudio, y creo que eso se notó en mi rostro, entonces el se apresuró a decir que él no era como el resto de los estudiantes y que no me arrepentiría de nuestro convenio, además dijo que yo le caía bien por mis modos tranquilos y afables, y que presentía que podíamos ser buenos amigos ya que; por conversaciones casuales, nos dimos cuenta que a ambos nos gustaba la playa, ir a la montaña y disfrutar de tardes tranquilas viendo películas alquiladas.
Me dije a mi mismo, por qué no? Además es alguien muy aplicado, tenía excelentes notas, y sería agradable tenerlo de amigo, además se presentaba la oportunidad futura de verlo en traje de baño. Ernesto se sentó a mi lado y platicamos un poco de lo que leía, fue cuando me dijo, que le extrañaba encontrarme allí, ya que no había clases ese día, el profesor de la cátedra de la cual Ernesto era asistente, había notificado que no asistiría un día antes, día en que no pude asistir por cuestiones de trabajo, por lo cual no me enteré y así se lo dije a Ernesto. Él me explicó que como preparador de la cátedra debía dejar listos unos materiales para la clase del día lunes, por lo cual se encontraba en el salón de fotocopias, ubicado al lado del de clases, me vio llegar y decidió acercarse a saludar.
De pronto pensé que si no había clases... pronto cerrarían esa área del módulo de aulas ya que era viernes y no había ninguna clase, le dije que debíamos irnos ya que podíamos quedarnos encerrados. Fue cuando él dijo que no me preocupara, que él tenía llaves de ese módulo, de hecho ya había cerrado para que estuviera aislado mientras el se dedicaba a lo de las fotocopias y no fuera molestado por alumnos de otras aulas. La sola idea de estar encerrado sin salida con ese osote me hacía parar el güevo de tal manera que tuve que ponerme un libro encima para que no se notara. Ernesto me pidió que lo esperase, que debía terminar de fotocopiar un par de guías y terminaba y que de paso me dejaría unas copias de las mismas. Además me dijo que podríamos salir a tomarnos unas cervezas, que como ya suponía, le gustaban mucho. Le dije que sí, él sonrió y dijo que debía chequear que todos lo salones del módulo estuvieran con las luces apagadas para que al salir estuviera todo listo.
Yo me dirigí al cuarto de fotocopias, ya la maquina estaba funcionando; dejando salir las copias de la guía en cuestión. El cuarto tenía además una cafetera, con café recién hecho, una pequeña nevera, y además un diván que se ubicaba en la parte más alejada del cuarto, el cuarto además tenía un pequeño baño con ducha, ya que el mismo en ocasiones era usado para pernoctar, en los días en que debían multigrafiarse los exámenes y demás materiales de la universidad. Me decidí a servirme una taza de café cuando sentí que una puerta se cerraba, me asusté pero luego me calmé al ver a Ernesto entrando y diciendo que no había problema que tomara el café que deseaba y que de paso le diera una taza. Se acercó a una de las máquinas de copias y colocó una resma de papel mientras tocaba unos controles y de la bandeja de salida de la maquina empezaron a salir nuevas copias. Le di el café y tomé un sorbo, Ernesto hizo un breve comentario sobre lo bien que lo pasaríamos tomando las cervezas mientras reía un poco y sorbía el café. En ese momento Ernesto me pidió que lo disculpara, que hacía algo de calor por las máquinas fotocopiadoras y que por lo cual se quitaría la camisa… ¡Dios!, acaso se podía pedir más… dicho y hecho, casi sin que pudiera articular palabra; ese hombre magnifico comenzó a desabotonar su camisa hasta que de pronto dejo su torso al descubierto, ¡que visión carajo!,
Ese hombre era una mata de pelos negros, toda su espalda estaba cubierta de pelos largos y lisos, su vello era muy tupido y casi no se veía el hermoso tono blanco rosa de su piel, se volteó hacía mi y pude ver su pecho totalmente velludo y con unos pezones grandes y completamente erectos… no sé como no me le lancé encima a mamarle esas tetillas allí mismo mientras aspiraba con desesperación el aroma de macho que despedían sus axilas velludas.
Ernesto colocó su camisa en la cama, diciéndome que de paso hiciera lo mismo, quitarme la camisa, porque el sabía que el calor podía ser muy desagradable. Yo lo hice con algo de pena, ya que siempre he pensado que soy un tipo normal, más bien algo delgado y con poco vello. Él me dijo que no me apenara, que éramos amigos y diciendo eso me dio un abrazo y pude sentir el vello de sus brazos y pecho y de inmediato se me paró el guevo, claro… lo disimule lo mejor que pude, aunque creo que él se dio cuenta.
El me soltó para dirigirse a la máquina de copias, creí ver algo de bulto en su pantalón, pero lo atribuí a lo caliente que yo estaba y que veía cosas donde no habían, Ernesto programó unos comandos en la maquina y dijo: -ya está lista, lo que resta es esperar que saque las copias para poner las otras en funcionamiento. En eso se sentó en la cama y me tomo del brazo, me sentó a su lado, dijo algo sobre que debía tomar un baño antes de que saliéramos a lo de las cervezas, idea que no le abandonaba la cabeza, me dijo que si quería hiciera lo mismo, él tenía una camisa más pequeña que podría prestarme, de cuando pesaba como 75 kilos, la cargaba en un lote de franelas, camisas y otros que regalaría a un sobrino al que le servían. A él evidentemente ya no le quedaban, ante ese pecho inmenso y esa barriga de cervecero pero maciza no le quedaba una camisa como la que me prestaría.
Bueno… nos sentamos en la cama y empezamos a hablar sobre ir a la playa y de las cervezas que nos tomaríamos. En ese momento me dijo que la máquina tardaría alrededor de media hora en terminar y que luego colocaría otra remesa y listo… media hora más y podíamos irnos. Le dije que no se preocupara que de cualquier forma yo creí que había clases, por lo cual no tenía planes. Ernesto soltó una carcajada, por aquello de haber ido a la universidad sin necesidad, pero me agradeció que estuviera allí con él haciéndole compañía y dicho esto me dio otro abrazo pero esta vez fue más fuerte, y con mucho cariño. De nuevo se me paró el güevo… no pude evitarlo, y el me apretó un poco más contra él y yo traté de soltarme ya que mi bulto podía sentirse y el había colocado su cuerpo contra mi bulto, temía su reacción al sentir que estaba excitado por su causa y no quería dañar la amistad que pensaba era lo único que me ofrecía.
Él me preguntó que si era que me molestaba que me abrazase, yo le dije que no, que lo que pasaba es que me daba pena ya que sentía que yo no estaba limpio. Él rió aún más y sin dejar que diera más explicaciones dijo: -Yo sé lo que te pasa carajito (diciendo esto frotó su bulto contra el mío).
Mientras frotaba su pene contra el mío, me dio un beso que me dejó en el sitio. Al terminar de besarme me dijo que desde hace tiempo le gustaban los hombres, y que tenía una predilección por los hombres delgados, que fueran blancos y contemporáneos con él; me dijo que desde el inicio de clases siempre me había visto y que le gusté desde ese momento, me dijo que mi rostro agradable y simpático, como de niño, le despertaba las ganas de besarme, y que ahora que lo había hecho sabía que quería tenerme sólo para él. Yo no dejaba de verlo y tocar su pecho, estaba demasiado extasiado, el me tomó las dos manos y las puso contra la cama, y dijo: -Andrés... así no quieras te voy a hacer mío, me lo vas a mamar y te voy a coger... así tenga que obligarte para que lo hagas... Entiende algo, eres mío y creo que los dos estaremos muy bien juntos... No creas que no me daba cuenta cuando tu me buceabas… ¡Ay carajito!, te voy a hacer pagar todas esas veces que me buceaste… para que luego no te quede otra opción que ser mío... diciendo esto me soltó y violentamente me quitó los pantalones e interiores, mi güevo saltó cuan parado estaba, eso pareció calentarlo más... lo tomó con una mano y lo apretó y me dijo: -Te gustó carajito.. ¿Quieres que te coja... me quieres coger.. no es así...?, al decir esto se desnudó plenamente y la sola visión de sus piernas velludas como las de un oso y ese güevo hermoso de cabezota rosada y brillante, de no menos de 18 cm y grueso como un pepino, que dejaba caer algunas gotas de líquido preseminal y sudor, casi me hace acabar… pero qué va…
Ernesto se iba a ocupar muy bien de que este día marcara el inicio de nuestra relación y que fuera duradera; por lo cual se iba a lucir... se fue al baño y volvió con un vaso lleno de agua, pensé que era para beber cuando de pronto la echó sobre mi güevo el cual, ante la sorpresa del baño; empezó a calmarse hasta quedar normal, yo no entendía nada.. Ernesto explicó: -Tu crees que vas a estar acá solo media hora?... no señor, acá estaremos un buen rato… así que se me calma que ahora es que te toca vivir la mejor sesión de sexo que has tenido en tu vida… luego no te preocupes, iremos a lo de las cervezas, y luego a mi casa por el fin de semana para que terminemos de consolidar nuestra unión... Al decir esto se montó rápidamente en la cama e introdujo su pene en mi boca de manera inesperada y salvaje, de un solo golpe su cabezota tocó mis amígdalas y el lo metía y lo sacaba con un ritmo que enloquecía… ¡Ese güevo sabía a gloria!, olía a todos los machos juntos, y yo me desvivía por darle lo mejor de mi boca…
Ernesto jadeaba como loco y decía: -Que rico lo mamas coño, nunca me lo han mamado así... sigue... sigue... Y yo seguía, no podía parar; ese hombre debía ser mío plenamente... luego lo saque de mi boca y vi su hermosa cabeza rosada y metí la punta de mi lengua en su meato hasta abrírselo lo más que se podía mientras hacía esto tocaba su culo, el cual era muy peludo, yo estaba como loco, mamaba el bello güevo de Ernesto mientras le metía descaradamente mano en el culo y a él le gustaba, el mismo separaba sus nalgas... en una de esas mamadas me lo sacó de la boca... me hizo levantarme hasta que pude besarlo, nos dimos una lata bien rica, su boca era un manantial de placer... su lengua jugaba con la mía, llegaba hasta mi garganta y mordía mis labios y me besaba por todo el rostro… a ratos metía su lengua en mis oídos... sus labios lucían brillantes y rojos de tanto besar. Ernesto me pasó la lengua por toda la cara y todo mi cuello, mientras hacía esto me decía: -te quiero… estemos juntos como pareja... veo que te gustó mi culo... ya veremos.
Yo estaba como loco, creo que ni escuchaba lo que me decía, sólo tenía sentidos para sentir su peso sobre mi cuerpo, sentir el roce de sus vellos contra mi cuerpo y sentir su pene tan duro contra el mío me hacía desvariar. Incluso no podía controlar las ganas de acabar y cuando iba a hacerlo Ernesto tomó mi pene con fuerza y me hizo aullar de dolor, al hacerme esto me calmé de golpe... Ernesto dijo nuevamente: -No... no vas a acabar aún... ya te lo dije... y al decir esto me levanto las piernas hasta sólo dejar mi cabeza apoyada en la almohada y en esa posición empezó a introducir suavemente su lengua en mi ano… primero jugueteo con ella alrededor de mi hueco, aún sin dilatar, Ernesto decía: -¡Que rico tienes el culo!, sabe como yo esperaba, podría estar acá por horas solo mamándote el culo; yo sólo podía jadear y gemir de placer, él humedeció con saliva mi ano y empezó a pasar su lengua con suavidad, cada lamida y cada roce de su barba y bigote me hacían estremecer y dar gemidos de placer.
Con sus poderosas manos separó mi ano, se chupó un dedo y lo introdujo completo, era hurgado con tanta sensualidad y lujuria que llegué a creer que no se podía sentir más placer. Su lengua se introdujo en mi ano y podía sentir su saliva lubricandolo y sentir como éste se dilataba a más no poder, como preparándose para lo que venía. Ernesto era un maestro, sabía como hacer disfrutar a un hombre y no me dejaba descansar ni por un segundo. De pronto separó mi ano como nunca lo habían hecho, mi culo palpitaba y se veía rosado y lubricado, Ernesto no aguantó más y metió su güevo completamente –que rico- pude sentir como su grueso pene se introducía de un golpe en mi ano hasta que en mis nalgas pude sentir su vello púbico. Ernesto me miró y me dijo que me quería, que era único poder tenerme, yo le dije que lo amaba y que no podría, desde este momento; dejar de estar con él. El se movía suavemente, lo dejaba a medio sacar y luego lo metía de nuevo, después comenzó a sacarlo completamente y a meterlo: -No sabes lo que te espera, aún no has visto nada... y tengo que estar plenamente seguro de que serás sólo para mí. Yo ni escuchaba lo que decía, sólo sentía el grueso güevo de Ernesto perforando mi culo mientras lo abrazaba y sentía su olor, el cual era como para enloquecer a cualquiera. El lo metía y lo movía de lado a lado como queriendo abrir más mi culo, yo sentía un dolor y un placer que no podría describir.
Yo me deleitaba con sus tetillas las mordía suavemente y a cada mordisco. Ernesto empujaba con más fuerza su güevo, lo que me hacía morderlo cada vez más... que sabroso era estar con Ernesto… En un momento lo metió completamente y me daba un beso que llegaba hasta mi garganta, estuvimos así no sé por cuanto tiempo, sólo sé que sentir su güevo dentro de mí era magnifico. Ernesto, sin sacarlo de mi culo, me dio media vuelta y empezó a embestirme estando en 4, que dolor, de esa forma mi culo se cerraba más y me dolía un poco, pero Ernesto se sentía en el cielo, me decía: -¡Que apretado lo tienes!... se ve que has sido de pocos, y así seguirá siendo ya que de ahora en adelante sólo podrás ser mío.
Que fuerza la de este macho, sólo podía sentir que me movía como si yo no pesara nada. Luego de esa embestida brutal, hice que Ernesto se acostara boca arriba y pude ver su hermoso güevo parado y todo mojado con su sudor y el olor de mi culo. La visión era como para enloquecer y Ernesto solo recostó su cabeza en la almohada, puso sus brazos bajo su cuello y pude ver su hermoso pecho todo peludo y sentir el aroma fuerte y masculino de esas axilas de hombre todas cubiertas de vello.
No podía creer que ese hombre estuviera allí para mí, ver esa barriga cubierta de pelos, ese güevo tan erecto y todas sus piernas cubiertas de pelo... no me pude resistir y empecé a mamar como loco sus pezones, el comenzó a jadear cada vez con más lujuria, cada mordisco que le daba a sus pezones hacía que Ernesto gimiera muy fuerte, casi pensé que nos oirían, pero el ruido de las máquinas fotocopiadoras era demasiado fuerte para dejar oír sus hermosos gemidos. Con fuerza pellizcaba uno de sus pezones mientras con cariño chupaba el otro... y luego lo mejor... coloqué sus brazos completamente hacía atrás y le dije: -Esas axilas serán completamente mías. Él sólo se limitó a decir: -Haz de mi lo que quieras.
Fue así como comencé a sentir el rico aroma de ese hombre, coño era demasiado rico... sentía que ese macho era mío… yo me frotaba contra su cuerpo y sus axilas sólo para que su olor fuera completamente mío y poder sentir su cuerpo impregnado de su olor... era para enloquecer… Lamí las axilas de Ernesto y este se estremecía y vibraba, me apretaba tan fuerte que a veces sentía que el aire me faltaba.... Desde esa posición pude ver su güevo, tan lindo y brillante, así que lo tomé con mi mano y pude ver lo duro que estaba al sentirlo; no me pude resistir y me senté sobre ese güevo tan hermoso. Como Ernesto estaba con los ojos cerrados y parecía como noqueado no se dio cuenta de lo que iba a hacer, fue cuando sintió que me introduje su güevo de un solo golpe y abrió los ojos desorbitadamente, incorporándose de pronto. Yo lo abracé con fuerza y le dije que me disculpara si lo había lastimado, me dijo que no lo había lastimado; sino que había sido muy rico y que de vaina acaba.
Yo solo dije: -Esa es la idea... Y comencé a moverme como loco, no se de donde saqué fuerzas y lo abracé tan duro que el no podía moverse mucho, Ernesto me decía que me calmara que lo iba hacer acabar que no fuera tan ansioso… Yo le dije: -Vas a acabar y vas a acabar cuando yo quiera…, así que movía mi culo con suavidad y lujuria a la vez, Ernesto sólo jadeaba, ya no hablaba…yo podía sentir que su güevo iba a comenzar a palpitar, con fuerza lo abracé con mis piernas y con mis brazos, él me abrazo con fuerza y moví mi culo al ritmo de su güevo… este comenzó a palpitar y su leche empezó a salir a borbotones, yo sentía cada golpe de su leche dentro de mí y cada embestida…
Ernesto me decía que me amaba, yo solo podía sentir su leche como golpeaba, lo caliente que era y sentía que esa leche salía con lentitud de mi culo. Ernesto me miró a los ojos tomo mi rostro y lo besó con amor, diciéndome que de ahora en adelante solo sería de él y de nadie más… sacó su güevo y pude ver lo hermoso que se veía y sentí el olor que solo el culo de un hombre puede ocasionar... Eso me llenó de una lujuria que me hizo poner el guevo como a mil. Ernesto lo vio, lo apretó con fuerza y lo metió en su boca... ¡Coño que rico mama güevo este hombre!, era un maestro, nunca lo hubiera creído, mamaba mis bolas y metía mi cabezota en su boca y lo succionaba con fuerza mientras me pajeaba, yo no cabía de placer. Me mamó la parte inferior de mis bolas y con maestría recogía los restos de leche que aún salían de mi culo. Mi güevo estaba a punto y Ernesto lo sabía, así que se recostó de espaldas, levantó sus piernas y con sus propias manos abrió su culo, que divino era verlo, él se chupaba un dedo y lo metía en su culo, mi güevo no daba más. Comprendí las intenciones de Ernesto y coloque la punta de mi güevo en la entrada de su ano y lo moví con suavidad, Ernesto estaba ya de nuevo muy caliente y me dijo: -¿Que haces que no me lo metes coño?... Y diciendo esto tomó mi güevo y se lo introdujo de un solo golpe. Que rico, no puedo describir lo sabroso que era sentir el calor de su ano en mi güevo, su culo se movía solo, era algo indescriptible. Así que comencé a embestirlo, el mismo me impulsaba con sus manos apoyadas en mis nalgas, en la posición en la que me encontraba podía alcanzar su hermosa boca así que se lo metía mientras le daba latas a ese macho tan rico que ahora era tan mío como yo de él. Su culo era una fuente de placer, sentía como sus músculos me llevaban poco a poco al éxtasis. Le pedí que parara, pero él dijo que no que ahora él decidía cuando iba a acabar yo. ¿Qué podía hacer?, y lo comencé a embestir con más fuerza que antes, movía mi güevo adentro y afuera y hacía los lados. Y entre mis movimientos y los movimientos de su culo no me di cuenta que Ernesto, ese semental estaba a punto de acabar de nuevo. En ese momento acabamos los dos a la vez, no saben lo que es sentir como tu güevo acaba mientras el que es penetrado acaba también. Que rico mi leche llenaba el culo de Ernesto mientras el me besaba con cariño. Al terminar sólo me recosté encima de ese pecho de hombre y sentí el rico aroma de los hombres que acaban de tener sexo y casi me dormí.Ernesto me tomo en sus brazos y me besó, diciéndome: -De ahora en adelante eres mío y de nadie más. Diciendo esto me llevó hasta el baño y nos dimos una ducha, al fondo se escuchaba como la máquina fotocopiadora anunciaba que su trabajo había terminado y que era hora de irnos. Ernesto me besaba mientras me vestía con ropa que antes era de su propiedad y que supuestamente sería para su sobrino.
-Que bien se ve mi ropa en ti, siempre quise que la tuvieras como un regalo de mi para ti, como un recuerdo de mi olor y de mi cariño. Ahora debemos irnos para que podamos tomarnos esas cervezas, que creo que nos hemos ganado en buena lid. Luego nos iremos a mi casa a descansar para que pasemos el fin de semana en mi casa de playa, te gustará. Esta noche solo espero algo con ansiedad: Y es poder tenerte en mis brazos nuevamente y volver a hacerte mío, y luego poder descansar con el hombre que quiero y amo...
Desde ese día hemos estado juntos, con sus buenos tiempos y los malos, pero con la seguridad de que ambos nos queremos. Claro que quedaría por contar como nos fue el fin de semana en su casa de playa con piscina, pero eso será motivo de otra historia.
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