domingo, 8 de enero de 2012

Pepe, mi vecino peludo (final)


“Necesito dueño quiero ser de alguien, quiero tener hilos como un títere. Necesito dueño y tú tienes porte, traes el uniforme de lo que soñé. Necesito dueño alguien que sé de cuenta que tengo sed de ser amado por alguien como tú. Que tenga esa luz que hay en tu mirar, necesito dueño eso y nada más.”

Eran las palabras de una estrofa de una conocida canción en México, escritas en una hoja de papel, junto al misterioso paquete que estaba en la entrada de mi casa. La resaca, el no haber dormido bien o incluso mi mente divagando en Pepe, me impidió reconocer la letra y no tenía idea de quién era el autor o autora de esta nota. Tomé el paquete en mis manos con curiosidad, y a punto de abrirlo, un auto tocó el claxon a espaldas mías, -hola Carlos, ¿podemos hablar?- era Ricardo estacionado en la acera de enfrente.

-¿Quieren burlarse de mi otra vez verdad? Ya entendí de que se trata Ricardo- lo miré furioso, tal vez fue la resaca hablando por mí, ya que no tenía el mínimo interés en volver a ser usado como un vulgar juguete. -¡No! Por favor es importante, ¿puedes subir un momento por favor? Sólo será un breve paseo, quiero decirte algo- Sus palabras sonaban sinceras, y además llega el momento en que todo ser humano, siente que no tiene nada más que perder. -Ok, me doy un regaderazo rápido y salgo- le dije sin voltear a verlo, guardé el paquete en un cajón del recibidor, esto tendrá que esperar, me dije a mi mismo.

Al salir de la casa Ricardo me esperaba en la puerta, arreglado hasta la médula, alto y moreno, bien parecido con una camisa de vestir blanca y unos pantalones color caqui, el pelo engomado hacia atrás y tenía una rosa hecha de papel en la mano.

-Es para ti- me dijo extendiendo su mano para dármela, -está bonita, gracias, ¿qué quieres decirme? Le dije en un tono indiferente, pero la indiferencia es lo que menos sentía en ese momento, Ricardo estaba guapísimo y la verdad que me movía el tapete.

-Sube al auto por favor- estando arriba prendió su coche y nos dirigimos a un campo abierto con un pequeño río en las afueras de la ciudad.

- Me gustas mucho, fueron sus palabras cuando abrió la boca por fin, quiero decirte que Pepe anda de novio con una muchacha de su escuela y que solo quiere jugar contigo, estoy aquí para decirte que te olvides de él y así puedas darme una oportunidad a mí-

Mi mente se detuvo por unos momentos, y me sentí el protagonista de una mala película de amor, -no importa él puede hacer lo que mejor le parezca, nunca hubo nada entre él y yo- le dije con un tono tan falso que si esto fuera una obra de teatro escolar, la gente comenzaría a abuchearme por pésimo actor.

-Sé que esto te duele, no tienes que fingir conmigo, pero por favor piensa en lo que te ofrezco, sé que puedo hacerte muy feliz-

-Estaciona aquí el auto quiero caminar un poco ¿esta bien?- le dije mientras aparcaba su auto, cerca de unos frondosos árboles y un camino trazado en la hierba alta.
Enfilamos rumbo a ese camino desconocido, ambos en silencio, y era precisamente como este camino del modo en que me sentía, sin un rumbo establecido, sin saber a dónde me llevaría la vida en esos momentos, y no, no es una sensación placentera.

-¿Puedo abrazarte? Me dijo Ricardo en un tono capaz de derretir hasta el glaciar mas helado del mundo, -puedes, le contesté, no hay nadie aquí-

Olía a loción, y a hombre recién bañado, un aroma fresco y deliciosamente perverso, pasó su brazo detrás de mi nuca y luego bajó hasta mi cintura, y en ese momento me apretó junto a su cuerpo mientras sus labios rozaron delicadamente mi frente, regalándome un tierno y fugaz beso.

Llegamos a un pequeño arroyo, rodeado de matorrales, arbustos y sauces llorones, y de uno de ellos colgaba una llanta de tractor sostenida a una rama por un mecate grueso, la escena parecía sacada de una película tierna y rosa, de esas películas que secretamente todos amamos en el fondo, ya que son el tipo de historias que nos encantaría vivir en carne propia.

Nos tumbamos en el pasto recargados en uno de los árboles, nos quitamos los zapatos y chapoteamos como dos niños traviesos en el agua. Sin decir una sola palabra comenzamos a besarnos y sentí como Ricardo dejó escapar un hondo suspiro del fondo de su pecho y con una sonrisa tocaba mi cuerpo y desabrochaba mi pantalón y camisa, y yo hacía lo mismo.

Se quitó la camisa dejando al descubierto su moreno y profundamente peludo pecho, su olor a hombre limpio paralizó mis sentidos, comencé a sobar su entrepierna por encima del pantalón, y acariciaba sus fuertes pectorales.

Él me tomó con sus dos manos y me llevó un poco más arriba, le encantaba cargarme y sentirse en control de mí, me desvistió por completo y me sentó contra un árbol levantó mis piernas hasta que mis rodillas casi tocaban mi frente y con el culo expuesto comenzó a pasar su lengua por mi agujerito rosa y depilado, pasaba sólo la punta de su lengua dando círculos y pequeños golpecitos que me volvían loco de placer, luego pasó su lengua completa por mi ano, y su excitación comenzó a subir, me daba pequeños mordiscos y hacía el esfuerzo por penetrarme con su lengua a manera de un pequeño pene.

-¿Te gusta mi vida? Me preguntaba jadeando, ¡Sí! Le respondí excitadísimo, que bueno porque hoy haré que goces al máximo-

No me di cuenta cuando ya se había bajado los pantalones y su gruesísima verga apuntaba al cielo.
-Quiero lubricarte bien ya que tendrás que tragarte mi verga entera, quiero hacerte mío otra vez y para siempre-

Cuando por fin se cansó de lubricarme comenzó a penetrarme muy lentamente, su verga mediría unos 17 cms pero era tan gruesa como una lata de desodorante común. Yo abrí la boca en ese momento jalando aire y él me besó profundamente, ya tenía la cabeza de su pene adentro y seguía moviéndose en círculos, en ese momento me dijo que lo perdonara y yo le dije –¿Perdonarte por que? ¡Por esto! Su respuesta vino acompañada con la total penetración de su grueso y moreno miembro, sentí su vello púbico y sus huevos chocar contra mis nalgas y solté un aullido de dolor y de placer, le gustaba ser un poco brusco conmigo, y pensé que así es como un verdadero macho dominante debía de ser.

Luego que pasó la penetración y el dolor también pasaba, Ricardo se convirtió en un hombre tierno y cariñoso pero sin dejar de ser decidido y dominante en sus movimientos y acciones.Hicimos el amor por más de 40 minutos esa tarde en mil posiciones distintas, incluso unas que yo no conocía, cuando por fin se vino lo hizo cargándome en sus brazos contra el árbol y con mis piernas entrelazadas en su cintura, si alguien hubiera visto la escena de lejos vería mis piernas enroscadas alrededor de su cintura y sus musculosas nalgas con sus pantalones y cinturón en sus tobillos, besándome el cuello y con una mano tocándome las nalgas. Yo aceleré mis movimientos y me vine deliciosamente también, bañando su pecho y abdomen de mi blanca leche.

Estaba oscureciendo y debíamos volver, pero Ricardo no quiso perderse la oportunidad de nadar desnudo en el río, terminamos de desnudarnos completamente y nos dimos un chapuzón, nadamos por espacio de 20 minutos, me subió en sus hombros y me aventaba de regreso al agua, yo lo salpicaba y así jugamos como dos niños en una tarde de verano.

Al regresar a la orilla comenzamos a vestirnos pero notamos con cierto asombro que los pantalones de Ricardo ¡no estaban! Los buscamos muy bien dando vueltas y vueltas pero nunca aparecieron –Jajaja ¿Y ahora que hacemos?- Le pregunté al darme cuenta que como Ricardo no usa ropa interior, tendría que irse desnudo de regreso al auto.

Le presté mi camisa y se hizo un nudo en la cintura tapando lo mejor que pudo sus genitales, nos fuimos lo más rápido del lugar, y al llegar al auto, se subió apresuradamente esperando que nadie se percatara de sus macizas y fuertes nalgas al desnudo.

Todo el camino nos fuimos riendo, desconcertados de que si alguien tomó los pantalones de Ricardo probablemente también nos espiaba mientras teníamos relaciones.
La plática hizo que Ricardo tuviera otra erección y entonces me miró con ojos de niño suplicando algo que comer, entonces me incliné y le di una de mis mejores mamadas que he hecho en la vida, Ricardo casi choca contra el alambrado de la carretera en dos ocasiones por el placer que estaba recibiendo y distraía sus ojos del camino, hasta que entre gemidos y jadeos tuvo otro maravilloso orgasmo.

Su semen sabía delicioso era la primera vez que lo probaba y lo tragué gustoso, sabiendo perfectamente que esto complacía enormemente a mi recién proclamado nuevo macho.

En todo el camino de regreso a mi casa quiso volver a tocar el tema de Pepe, pero lo detuve le dije que en ese momento aceptaba su propuesta, ya veremos como resultan las cosas.

-Ok gracias Carlitos no voy a decepcionarte y por favor perdóname aquel día en que te tratamos tan mal-
Mi respuesta fue una sonrisa y un “hasta mañana” al llegar a mi casa.

La mañana siguiente fue un lunes, y todo el tiempo a pesar de estar inmerso en clases, tareas y proyectos, no pude concentrarme, sentía que había hecho algo muy malo, y que le había sido infiel a Pepe.
Estaba distraído en clase de inglés cuando una chica amiga mía me llamó

-Carlos, ¿qué onda como sigue Pepe del accidente? Creo que está mejor, le dije fingiendo que todo estaba bien, ¿sabes? No me acordaba que Pepe y yo fuimos juntos a la secundaria y el otro día me encontré este cuaderno lleno de firmas de mis ex compañeros, y me encontré un recado de Pepe deseándome suerte, ¿quieres verlo?-

-Claro- le respondí al tiempo que tomaba el cuaderno, y leí la parte donde Pepe había escrito años atrás: “para la chica de los ojos cafés, suerte en tu nueva escuela, no olvides nunca a los cuates, ¡nunca cambies kitty! Atte: Pepe villegas”

En ese momento, recordé que la letra escrita en el papel que venía en ese paquete que habían dejado en mi casa, se parecía muchísimo a esta letra ¡era la letra de Pepe! ¡Mi Pepe!

Al salir de clase, salí casi volando a mi casa para descubrir el contenido de ese paquete, -¡lo olvidé por completo!- me dije a mí mismo mientras manejaba el coche a unas cuantas cuadras de mi casa.

Al llegar busqué el paquete y lo abrí apresuradamente y el contenido me desconcertó por completo, era una llave que tenia inscrito en plumón con letra muy pequeña lo siguiente: “salón audiovisual, universidad estatal, Lunes 15, 8:00 PM.”

-¿Será una broma?- pensé en voz alta, no sabía que estaba tramando Pepe pero definitivamente tenía que averiguarlo, aunque Pepe tuviera novia, debía llegar al fondo del asunto.

Al llegar esa noche a la universidad estatal recordé que era donde Pepe me dijo alguna vez que estaba estudiando, y que por causa del accidente tuvo que posponer sus estudios.

Llegue al salón audiovisual, y con el corazón a punto de estallar, metí la llave que Pepe había dejado en la puerta de mi casa.

El lugar estaba oscuro, y apenas se veían los escalones hacia abajo que daban a un pequeño escenario y frente a este muchas butacas vacías, bajé las escaleras y casi llegando al escenario alguien preguntó mi nombre -¿Carlos, eres tu?- S-sí contesté medio sorprendido, en ese momento se encendieron todas las luces y descubrí que el lugar estaba lleno de flores, serpentinas multicolores, pequeños osos de peluche y muchísimos globos, globos por todas partes.

Detrás de las cortinas salió Pepe, caminando sin su bastón totalmente recuperado del accidente, con un pantalón de vestir negro y una camisa del mismo color abierta en dos botones.

-Hola Carlitos, esto es para ti, quiero decirte que en estos meses tristes, tu compañía y tu sonrisa fueron las cosas que más me ayudaron a recuperarme, y por eso siempre te estaré agradecido, sé que me he portado mal contigo, pero en verdad estoy arrepentido y quiero hacer bien las cosas…nene ¿quieres andar conmigo?-
No podía creer lo que estaba escuchando, al ver a Pepe ahí de pie guapísimo, pulcro y con su sonrisa enorme, recordé el Pepe de hace unos años, aquel Pepe que me humillaba me decía groserías y del cual jamás pensé tener en una situación así.

-¿Cómo sabías que iba a venir? Le pregunté evadiendo una respuesta, no sé, me contestó sin dejar de sonreír; sólo estaba seguro que así sería-

Me armé de valor y lo enfrenté: -pero entonces ¿esto será una relación de 3 personas? ¿A que te refieres? Me preguntó extrañado, a que tu tienes novia, ¿y también quieres tener novio?-

-¿Qué? ¿De que estás hablando, quien te dijo que tengo novia?, ¿No te imaginas? Ricardo me lo dijo y me lo aseguró y también me dijo que tu querías jugar de nuevo conmigo-

-¡Ese pendejo! Se dijo a sí mismo enfurecido, ¡maldito traidor! Le confesé hace algunos días lo que tenía preparado para ti, ¡y en vez de apoyarme va y te cuenta una bola de mentiras!-

-Entonces…¿no es verdad? ¿no tienes novia? Le pregunté emocionado casi hasta las lágrimas, ¡claro que no! Lo que te dije aquel día en la pista de bicicletas es verdad, quiero que seamos pareja…mi primer pareja hombre.
Caminé unos pasos hacia él buscando sus brazos, pero no sabía como hacerlo, seguía el temor en mi mente de ser rechazado, y él tampoco sabía por donde comenzar, y ambos al mismo tiempo nos dimos un torpe pero sincero abrazo.

No le confesé en ese entonces el fugaz romance que tuve con su ahora ex amigo Ricardo, por temor a echar a perder esta nueva y frágil relación, así que le hablé por teléfono a Ricardo y le dije que había descubierto el engaño y que por el bien de ambos no me buscara más, le perdonaba su manera de proceder porque me había demostrado que me quería pero que yo quería sólo a Pepe y que por favor respetara eso, enfurecido por descubrir que estaba ahora con Pepe, me dijo que él no me convenía y que a la larga me haría sufrir.
-Yo decidiré eso, no tú- le contesté de una manera cortante y colgué el teléfono.

Mis días ahora estaban llenos de felicidad, Pepe resultó ser un hombre comprometido con la relación, me llamaba por teléfono preguntándome que si estaba bien o me faltaba algo, me invitaba al cine y a los juegos de video en los centros comerciales, a veces pasaba en el nuevo carro de su papa por mí y me llevaba a cenar, me regalaba pequeños detalles como pulseras o llaveros y siempre me tomaba de la mano cuando nos quedábamos solos.

Era Pepe el hombre con quien siempre soñé estar, guapo, peludo, alto y detallista, no fue nada difícil volver a enamorarme de él.

Sin embargo, Pepe a veces no sabía comportarse conmigo, ya que como dije antes yo era su primer pareja hombre, y tenía ciertos detalles que me sacaban de onda, como por ejemplo se ponía nervioso cuando una chica guapa le pedía su teléfono o le preguntaba que si tenía novia y él contestaba que no.
Varias veces lo atrapé mirando el escote de una exuberante mujer o las piernas de alguna adolescente desarrollada, y no podía evitar sentir celos, pero al mismo tiempo me agradaba que esto pasara porque significaba, de una manera extraña claro, que en verdad yo era el único hombre en su vida y que las chicas simplemente volteaba a verlas de vez en cuando.

Un día Pepe llegó a mi casa muy contento diciéndome que me tenía una sorpresa.

-Mis compañeros de la universidad nos invitaron a pasar un fin de semana en las cabañas de las montañas de canoas, ¡quiero que vengas conmigo!- me lo dijo con una sonrisa que abarcaba todo su guapo rostro.

Las montañas de canoas era un bello lugar rodeado de naturaleza, pinos y cascadas, a tres horas de la ciudad en donde vivo. Gustoso acepté y preparé las cosas en la maleta para el siguiente fin de semana.

Llegado el día del viaje nos tocó ir en el carro de un amigo de Pepe en la parte de atrás, y cuando nadie nos veía me apretaba la mano o me acariciaba la pierna, incluso cuando todos bajaron a un mini súper a comprar algunas provisiones, ya casi cayendo la noche, Pepe se acercó y me dio un beso en el cuello, el cual me hizo estremecer de placer. Cuando por fin llegamos a las cabañas, bajamos las cosas y nos instalamos, ya en la madrugada alguien sacó una guitarra y prendieron una fogata en medio del bosque, todos nos sentamos en unas sillas alrededor y tomando unos tragos de tequila, cantamos canciones de una manera tan desentonada que no alcanzábamos a terminarlas sin caer muertos de risa.

De pronto Pepe habló –amigos tengo algo que decirles, este chico que ven aquí conmigo fue un gran apoyo para mí en esos difíciles meses en el hospital, quiero decir que de no haber sido por él no sé dónde estaría en estos momentos, y… además de eso mi amigo Carlos es… bueno, más que mi amigo, él es mi pareja. Un silencio absoluto reinó el lugar, alguien se aclaró la garganta, alguien tosió, y uno más se rascó el hombro con la mirada en el suelo, sin saber que decir mientras los grillos continuaban su perpetuo murmullo nocturno.

Una amiga de Pepe; Sandra, por fin se animó a decir –no interesa que relación tengan ustedes dos, te queremos Pepe, y nos da gusto que estés de vuelta y recuperado, y si Carlos, fue una de las personas que te ayudo a estarlo, se lo agradecemos de igual manera y también…ya es nuestro amigo. Sandra caminó hacia mí y me dio un fuerte abrazo, y uno a unos los 6 amigos de Pepe se levantaron a abrazarnos a ambos y a decir que respetaban nuestra relación y que ellos no tenían ningún problema con eso, con una sonrisa en sus rostros, de repente ya no fuimos tan diferentes para ellos, me sentí aceptado y cómodo. Y de pronto Pepe se inclinó hacia mí y me dio nuestro primer beso, en medio de miradas amistosas, llamas de fogata hipnóticas, luciérnagas y un hermoso firmamento lleno de estrellas. Un beso delicioso, dulce, caliente y tierno, y de pronto así sin más las risas regresaron, las canciones, los tragos de tequila y la celebración de la vida misma.

Esa noche un amigo de Pepe que compartiría nuestra cabaña, le dijo a Pepe que él dormiría en la otra cabaña y con un guiño en su ojo le indicó a su amigo que nosotros necesitábamos privacidad. ¡Y vaya que lo aprovechamos! Al estar solos Pepe se desnudó por completo y se acostó en la alfombra cerca de la cama y me pidió que me acercara a él.Pepe se acariciaba el pecho peludo y se sobaba de una manera masculina pero a la vez inocente sus testículos y pene. Me recosté sobre su pecho también ya desnudo y comenzamos a platicar de mil cosas, en algún lugar del mundo pudimos estas solos y separados, pero hoy estábamos juntos y esa noche llena de risas y orgasmos fue la mejor de mi vida.

Pepe comenzó a acariciarme las nalgas y buscaba con un dedo mi culo, mientras besaba apasionadamente mi boca y jugaba con mis tetillas y mis cabellos. Su olor me embriagaba, un olor masculino con un toque de sudor, no era un olor sucio sino a hombre con un dejo de loción, un macho que enloquecía mis sentidos, comenzó a besar mi cuello y con la punta de la lengua me daba golpecitos y la movía en círculos alrededor volviéndome loco de placer. Luego me tomó de la cadera y en un movimiento rápido me volteó dándole la espalda y pude sentir su verga de 22 cms a punto de reventar dura como una piedra, fuerte y peludo como un oso.

Mordisqueaba mi hombro y cuello, me besaba los lóbulos de las orejas y me metía la lengua en los oídos. Yo solo sentía el roce de su cuerpo peludo contra mi espalda y nalgas, y esa sensación me encantaba Pepe estaba recuperando el cuerpo robusto y fuerte que siempre lo caracterizó y su verga….esa verga que me enloquecía parecía estar más dura que nunca y sus huevos llenos de largos y negros vellos colgaban orgullosos sobre su pierna izquierda.

-Quiero que te des la vuelta- me dijo Pepe con una voz temblorosa llena de placer, yo obedecí y le di la espalda, él se incorporó y se inclinó hacia mis nalgas y abriéndolas con las dos manos comenzó a besar mi culo, le daba pequeños besos y mordiscos luego con la punta de la lengua mojada de saliva, la movía en círculos alrededor de mi culo pero sin llegar a él, yo bufaba de placer y deseo, esto siempre me vuelve loco y despierta mi instinto más animal, cuando alguien sabe manejar su lengua de esta manera en una de las partes más sensibles que es mi culo, me siento cachondo y tan caliente que puedo ser penetrado por completo por las vergas más largas y gruesas.

Enfrente de mí había un espejo y atrás de Pepe había otro, así que yo tenía la visión de sus enormes huevos peludos colgando en medio de sus peludas piernas abiertas mientras lamía mi culo. De pronto su boca me comía por completo el culo y manoseaba mis nalgas, me daba pequeñas nalgadas, luego me acostó boca arriba y puso su verga a la altura de mi boca y sus testículos caían sobre mi nariz y frente, en eso levantó mis piernas y continuó lamiendo y besando mi culo, al tiempo que yo atrapando su verga con mi boca saboreaba 22 cms de placer puro. Me encontré en ese momento tan excitado que le dije casi suplicando: -por favor mi amor, ¡quiero verga! ¡métemela por favor! ¡por favor cójeme te lo suplico!- él por su parte entretenido ahora metiendo dos dedos en mi agujerito me dijo: – no seas impaciente chiquito, claro que te daré verga y no te preocupes que te llenaré de mi verga toda la noche hasta que me supliques que ya no te penetre más-

Yo me retorcía de placer en la cama y seguía suplicando y rogando que ya me hiciera el amor, mientras él con aparente indiferencia a mis súplicas me hacía sufrir. En un instante me puso en posición de perrito y me metió la punta de su verga por unos instantes, y yo me estremecí de gusto, pero en ese momento la sacó, se puso de pie y cruzando los brazos se alejó unos pasos y me veía de una manera retadora.Lo vi alto peludísimo, guapo y fuerte con una verga enorme digna de un actor porno apuntando al techo y unos huevos tan grandes y pesados que parecían mas de toro que de hombre.

-No creo que la quieras, me dijo agarrándose la verga con una de sus manos, no has suplicado lo suficiente chiquitito, así que si en realidad no la quieres me iré a dormir. -¡No! , le grité desesperado muerto de placer y lujuria, ¡por favor! ¡metemelaaaaaaaaaaa! ¡cojéme amor por favor te lo ruegoooooo! -Así mi bebe pídale verga a su macho, que su macho sienta que en verdad lo desean-

En ese momento gateando me acerqué a él y comencé a besarle los dedos de los pies, mientras movía el culo y lo meneaba en el aire. Luego subí a sus huevos y los lamí y bese y chupé por espacio de 10 minutos, y Pepe con los ojos cerrados y las manos detrás de su nuca, mostrando sus peludas axilas jadeaba complacido.
-Quiero que mi macho me coja y me llene de leche de estos huevotes peludos de toro que tiene- le dije en un tono de súplica besando delicadamente sus testículos y viéndolo a los ojos.

Pepe no pudo más hacerse el duro y cargándome me aventó a la cama boca abajo y de pronto sentí la cabeza de su verga entrando totalmente en mi culo, me tomó de las dos manos y apoyó todo su peso en mi mientras me cogía salvajemente, estaba totalmente a su merced, mordía mi cuello y me decía obscenidades mezcladas con palabras tiernas y románticas.Luego se sentó en la orilla de la cama con sus nalgas al aire y sus codos apoyados en la cama y me dijo que me sentara en su verga dándole la espalda.Yo me senté sobre su verga con mis piernas apoyadas en el piso y comenzó a penetrarme y a empujarme tan fuerte que yo saltaba unos centímetros del suelo para volver a caer ensartado en su gruesa verga.

Esto nos provocó tanto placer que comenzamos a venirnos al mismo tiempo él dentro de mi y yo en el suelo. En un hábil movimiento y sin sacar su verga me giró hacia él y me hizo acostarme en su pecho y nos quedamos profundamente dormidos, yo cerca de su axila peluda de largos y gruesos vellos negros, aspirando su aroma a macho dominante.

El fin de semana transcurrió entre besos, paisajes hermosos, largas caminatas por senderos mágicos de maravillas naturales y haciendo el amor cada madrugada por horas eternas, pactadas con treguas de besos delirantes. Al final de la última noche mi Pepe atrapó una luciérnaga en un frasco y me la regaló, diciendo que así como esta luz yo irradiaba su vida de felicidad, fue el mejor halago que me hayan hecho jamás.

Regresamos a la normalidad de la vida cotidiana pero algo diferente había en el ambiente, no sólo el primer beso cambió todo o el segundo o el tercero o los mil, que me regaló ese fin de semana sino que nuestra relación se había fortalecido misteriosamente al paso de unos cuantos dichosos días como si años enteros hubieran trascurrido, olvidándose de avisarnos.

Por ese tiempo decidimos rentar un pequeño departamento con la suma de nuestros salarios de medio tiempo, preparábamos la cena cada noche y luego veíamos películas abrazados y haciéndonos cosquillas. Todo parecía perfecto pero no siempre los cuentos de hadas tienen un final feliz, ¿o si?

Recuerdo aquella noche de invierno como si fuera ayer y a veces hubiera preferido bloquearla de mi memoria. Cuando llegué a la casa Pepe estaba ebrio y aún seguía tomando alcohol, se notaba que alguien había estado ahí con él, yo sin saber que decir avancé lentamente entre el desorden de botellas de cerveza y envolturas vacías de frituras, cuando descubrí lo que parecía ser semen sobre el sofá.

-¿Qué es esto? Le pregunté a punto de enfurecer, ¿quién más estuvo aquí? y sin siquiera inmutarse me contestó con otra pregunta -¿te sigues viendo con Ricardo? -¿Qué dices? ¡claro que no! No te salgas por la tangente, ¿qué estuviste haciendo Pepe? -Ricardo me lo contó todo esta tarde, y además me mostró un audio que grabó con su celular mientras te estaba cogiendo, ¡no puedes negarlo! Estaban cerca de un río ¿verdad? Se oía el agua correr e insectos. -Pepe, yo… me interrumpió frenéticamente, ¡Pues yo me cogí a una puta hace una hora! ¿qué te parece?

Un frío más helado que el ambiente de invierno invadió mi cuerpo, una furia y un odio tremendos comenzaron a surgir dentro de mí. Pepe volvió a decir: -¡esto es una mierda! Fingías ser diferente ¡pero eres igual que todos los putos! Yo creí en ti ¿y así me pagas?-

-Pepe no tienes ningún derecho a juzgarme de esa manera, ¡eso fue cuando Ricardo me dijo que tu te burlarías de mí de nuevo, yo le creí, ¡Jamás pensé que me estaba engañando! ¡yo te amo a ti! ¿no pudiste preguntarme primero antes de ir a revolcarte con una pinche puta? -¡Esto se acabó!- Dijo Pepe tomando una chamarra de mezclilla y dirigirse a la puerta, me lanzó una mirada perdida llena de celos y desamor, y me dijo –¡No vales la pena!- yo con los ojos inundados de lágrimas le contesté. –Cometí un error, pero eso pasó antes de lo nuestro, no me justifico, pero tampoco podré perdonarte lo que acabas de hacer, así que si te vas a ir vete de una vez que no pienso detenerte-

Un golpe seco estrellando la puerta fue su respuesta… y su despedida.

Esa noche lloré de rabia y de desesperación, mordiendo la almohada, extrañando su olor a macho, sus fuertes brazos sujetándome contra su pecho peludo y su sexo fuerte y erecto restregándose contra mis nalgas como todas las noches. No tengo la patente del dolor y del sufrimiento, pero esto dolía demasiado y no sé como pude soportarlo con el paso de los días que solo avivaban mi tristeza.

Una mañana su madre fue a la universidad a buscarme diciéndome que Pepe había dejado la escuela y que se emborrachaba casi todos los días, que andaba en malas compañías y que se había percatado de que ya no éramos más “amigos”. Sus palabras de madre preocupada me desarmaron, y le dije que hablaría con él, con una sonrisa se dio la media vuelta y de pronto voltea hacia mí y me dice: -nunca estuvo mejor que contigo todas sus novias fueron unas niñas perdidas y malas personas, pero tú eres diferente mijo, ayúdalo por favor.

Me quedé asombrado de que ella supiera acerca de nuestra relación, pero siempre supe que a una madre jamás podrás engañarla. Intenté buscar a Pepe muchas veces, pero él siempre me daba la vuelta y me evitaba, incluso en una ocasión al llegar yo al bar donde él estaba con unos amigos, me insultó y se fue del lugar, dejándome solo y desconcertado. No pude hacer más, al paso de los años me di cuenta que nadie vale el esfuerzo ni la pena para dejarte humillar, me quiero y me respeto mucho más a mi mismo. Aun así le dejé una carta con su madre y prometió entregársela y hacer que la leyera en cuanto entrara en razón.

Pasaron casi dos meses desde nuestra pelea y apenas estaba asimilando nuestra separación, cuando una noche de domingo tocaron a mi puerta. Era pepe, con un ramo enorme de rosas, recién re-ingresado en la universidad y con un buen empleo a sus espaldas, no soportó la tristeza y la desesperación de separarse de mí y haciendo un esfuerzo se reformó en muchas sutiles y secretas maneras en su persona, tanto laboral como emocional y me pidió una segunda oportunidad.

No alcanzó a decirme nada, mi amor nunca menguó ni un día, solo lo besé perdonándonos todo el pasado, los errores y las peleas, éramos jóvenes e inexpertos, el sol de un nuevo amanecer nos esperaba y en esta vida si encuentras tu alma gemela no la dejes ir jamás.

El tiempo de pronto nos sorprendió a nuestros casi 40, mi Pe-peludo se había convertido en un hombre guapísimo y tremendamente sexy a sus 39 años, con algunas canas en las sienes, un bigote varonil que hacía derretir a las mujeres y su cuerpo peludo el cual me pertenecía con el derecho ganado de cientos de noches de amor.

Tenemos una casa hermosa y enmarcado en una pared muy especial la carta que lo hizo regresar a mi que dice “el amor no se ruega; se inspira, y si no eres capaz de inspirarlo, será contraproducente suplicarlo, sin embargo he venido solo a este mundo y sin titubear un segundo, sé que me iré de igual manera, pero he encontrado al compañero y al amor de mi vida en este camino lleno de espinas y de muerte, y no quisiera dejarlo ir nunca, así que vuelve a mí amor de mi vida cuando estés listo, que al sentirte conmigo mientras duermo abrazado a ti, sé que no necesito nada más en esta tierra”

Dedicado a ti que estás abierto a descubrir el amor verdadero cual droga sofisticada, en esta loca carrera a la que llamamos vida.

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