Un día del pasado mes me fui de viaje de negocios a la ciudad de Mexicali, y como andaba con ganas pase por una sex shop y compré un juguetito, para divertirme el par de noches que iba a quedarme allá.
Pues bien, como soy casado y bisexual, de repente prefiero eso que salir de conquista y pues llego la noche y ya bañado empecé a jugar el aparatito, lo pegué a la pared con una ventosa que trae y lo comencé a mamar imaginando uno real.
Después lo puse en la entrada de mi ano, claro bien lubricado y solito me empujé para que fuera entrando relajado y lubricado, mi ano permitió la entrada de todo el juguete, que por cierto se me pasó la mano y era muy grande y grueso, pero aún así logré meterlo todo.
Ya con el adentro, lo movía imaginando uno real y lo metía y sacaba de mi ya dilatado culo, que sentía estar en el cielo a cada sentón que me daba, en eso estaba cuando por la ventana vi una sombra y apagué la luz, para ver y descubrí la presencia de uno de los guardias del hotel que lo había visto todo y me hizo señas para que abriera la puerta.
Me puse una toalla al rededor de mi cintura y abrí, él me dijo: disculpe usted pero no pude evitar ver lo que hacia y la verdad me pongo a su disposición si usted gusta, creo que uno de verdad le gustara más, yo sonreí y me quité la toalla mientras él bajaba su pantalón para dejar salir una verga gorda y muy peluda aunque no tan larga como mi juguetito, pero esta si era de verdad.
El tipo tenía unos 50 años, pero bien conservados, un poco canoso, alto y en fin un hombre de trabajo con sus manos callosas y fuertes. Me atrajo hacia él y puso sus manotas en mis nalgas ya deseosas, yo lo fui desnudando desesperado mientras olía su pecho peludo y canoso, y lamía el camino hacia su aparato.
Una vez desnudo me hinqué y lo acaricié con manos y lengua, saboree su sudor y lamí su barriga hasta llegar a su verga, que para ese entonces ya tenía gotas de líquido pre-eyaculatorio en su ojito, mismo que lamí y probé mientras con mis manos acariciaba sus huevos.
Mamé su verga como un cachorro, chupé y chupé al tiempo que él me acariciaba mis nalgas con sus manos callosas, ya cuando sintió que estaba a punto me tomó de la cintura y me puso en cuatro, yo creí que me iba a meter su verga, pero él se agachó y me lamió mi hoyo con su lengua caliente y rasposa.
Con cada lamida sentía que moría, la respiración se ahogaba en mi pecho, pero el siguió lamiendo y luego metió un dedo, y luego otro, los mismos que mi culo ya dilatado como estaba, recibía con gusto, después puso más lubricante dentro de mi hoyo y metió el juguete mientras me ponía su vergota en la boca.
Estaba feliz, con una vergota en la boca y el mismo metiéndome el juguete completo en el culo, lo hacia con fuerza, yo sentía como mi culo se abría para recibir más plástico, terminé no se cuantas veces, y él al ver, se puso un condón y sin misericordia me metió toda su verga de un golpe, ahora si estaba contento, por fin una real dentro de mi.
La metía y sacaba con fuerza, yo trataba de apretarla pero no podía, ya mi culo solo estaba a merced del guardia, él me abría las nalgas y bombeaba y bombeaba yo volví a terminar pero él todavía siguió metiendo y sacando su gorda y dura verga de mi culo, podía sentir sus huevos chocar con los míos, en cada metida.
De repente el tomó el consolador y lo alternaba en mi hoyo abierto, metía y sacaba su verga y luego el consolador, es increíble la sensación, dos medidas diferentes en momentos, entrando y saliendo de mi culo, por fin sentí como me apretó contra él, porque a estas alturas ya no sentí lo gordo, y terminó el tipo.
Ya cansado el tipo se quitó el condón y toda la leche la embarró en mi espalda, se vistió y salió del cuarto, no sin antes preguntarme, ¿cuándo te vas? yo contesté hasta pasado mañana y él quedó de darme una sorpresa al día siguiente.
Autor: Ramón
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