domingo, 4 de agosto de 2013

La Residencia

Hola buenas tardes, mi nombre es Julio y trabajo en una residencia de ancianos, os voy a contar mi historia, lo que sucedió este verano en el mes de agosto.

Me hallaba en recepción cuando sonó el teléfono eran las 8:00 de la mañana preguntando por Maria una residente la cual, no podía ponerse debido a que estaban desayunando en ese momento. Yo le cojo el recado y acabado el desayuno fui a la habitación de Maria a dárselo. Estaba algo temblorosa debido a una leve fiebre que tenia, la Hermana Isidora y yo la echemos en la cama, la tapamos con una manta. Y la esperemos que viniera la enfermera de guardia.

Al cabo de un rato apareció por la puerta el hijo de Maria, pues la Hermana le había llamado para decirle del estado en que se hallaba. Era un hombre de unos 52 años, vestía de sport, pantalones cortos, camiseta sin mangas y una riñonera negra, parecía que venia de hacer footing. Estaba algo agotado pues venia corriendo. Ya que el coche lo había dejado a varios metros de distancia, el callejón contiguo a la residencia. Me preguntó que si podía subir a la habitación , y se lo impedí, ya que el reglamento no deja que pase hasta las 10 de la mañana , solo faltaba media hora y la enfermera estaría a punto de bajar para hablar con él, y no preocuparlo. Le ofrecí un agua ya que estaba acalorado, que muy gustoso me la cojió, se la bebió tan deprisa que se le cayo casi toda por el pecho dejando ver trasparentar todo el velludo pecho que tenia, tanto que casi parecía un gran oso gris, unas piernas rudas y peludas, era guapo, ojos negros, de estos negros que hacen resaltar el blanco del globo ocular, penetrando como si fueras dos cohetes que se clavaban en mis ojos.

Me puse nervioso, pues lo empecé a mirar con ojos de deseo, ya que al ver lo velludo que era, eso me excito bastante, no podía apartar la vista del pecho de aquel señor. Daniel, pues así me dijo que se llamaba, le sugerí que me acompañara al servicio, que le secaría con el secador de manos eléctrico en pocos segundos y no dudó en seguirme hasta el servicio. Una vez dentro me pidió si podía traerle un poco de papel para las manos, pues como venia tan sudoroso se quería asearse antes de subir a la habitación. Y fui a por el papel gustosamente, entré en el cuarto de baño y mi sorpresa fue que se había quitado la camiseta, tenia el cuerpo más perfecto que había visto en años, a su edad y hecho todo un hombretón, maduro, velludo, moreno del sol, de los largos paseos en bicicleta que hacía, pues se le notaba bien los gemelos. En fin que estaba para comérselo, fue tanto mi deseo que con el pretexto me quedé en uno de los váteres a hacer mis necesidades, que en aquel momento no era otra cosa que meneármela hasta morirme de placer, con tal gustoso cuerpo. Al momento Daniel toco mi puerta preguntando si estaba bien, pues me oyó como gemía, y pensó que me dolía alguna cosa.

Avergonzado le contesté que no, pero el pícaro esperó a que yo saliera del baño, pues me corté pensando que me pillaría. Aún estaba con la camiseta en la mano y apoyado a el alfeice de la puerta. Bueno, pensaba que no me ibas a invitar nunca, así que como no te decides me ofrezco yo, me dijo Daniel. He observado que te encanta mi torso, pues no paras de mirarlo y viendo que te gusta te daré ese placer de tocarlo si lo deseas. Yo me hice el valentón como que no me atraía mucho, pero había dejado evidentes huellas de que no era así, y a perro viejo, no se le puede engañar. Mi verga volvía a subirse como un mástil, por tal invitación. Pero me contuve pues no era el sitio adecuado y dada la situación de su madre, tampoco era el momento, pero quedamos para comer, y después lo que quisiera, pues yo acababa de currar a eso de las 15:00 h. el gustoso se puso la camiseta y como el que no quiere la cosa, me dio un morreo que aún estoy cogiendo aire.

No pasaban las horas, por mucho que miraba el reloj, tenia hambre y mas sabiendo el delicioso manjar que tenia para comer h

oy, pues madre del amor hermoso eso si que es un hombre, y no los metro sexuales que hay hoy día, lo respeto, pero donde haya un cuerpo velludo (opinión particular). Bueno, al tema quedamos en que pasaría a recogerme en el callejón donde había aparcado anteriormente y allí estaba clavado y ansioso como un chiquillo esperando a que le den su caramelo.

Llego media hora más tarde y todo sofocado, pues tan apenas le había dado tiempo a ducharse, pues venia con el pelo mojado y olía a gloria, asomaba algunos vellos pectorales y canosos por encima de su camisa y pensaba en comérmelo allí mismo, más que en ir a comer. Me preguntó que si había pensado en ir algún sitio en especial, ya que él tenia uno pensado, a lo que le dije que no lo había pensado, y me dijo que mejor, que nos iríamos al campo, y allí nos fuimos, a pocos Km. de las afueras del pueblo, solos, sin nadie que nos molestara. Menuda caseta tiene Daniel, pensé que seria una barraca con cuatro maderos y me equivoqué por completo, era una casa en condiciones, más bien un chalet adosado, precioso con piscina y una mini barra, hasta el último detalle, pues más que una caseta era un sueño, que maravilla, estaba viviendo un sueño despierto. Entramos en el chalet y tenia en la entrada dos perros enormes, pues aunque no entiendo de perros Daniel me comentó que se trataban de mastines del pirineo estaban bien enseñados, (me lo dijo con una sonrisa picaresca) yo le devolví la sonrisa al mismo tiempo sin caer exactamente a lo que se refería y más tarde pude comprobar.

Me digo que me acomodara y me quitara la ropa pues me traería una ropa más adecuada para la situación, yo confiando que así fuera, fui quitándome la ropa y lo esperaba en slip en aquella habitación decorada al más lujoso estilo modernista. Tardó muy poco en aparecer, las tripas me rugían de nerviosos que estaba, pues perdonaría todo por llevármelo ya mismo a la cama, pero como buen anfitrión intenté que no se notara mucho que me moría de ganas de sentirle dentro de mi, y poder besar y penetrar ese cuerpo tan perfecto. Me preguntó que sino me quitaba toda la ropa pues mirándome el paquete y viendo que estaba un poco puntero, se acercó a mi y cogiendo con fuerza la polla por encima del slip me apretó diciéndome al oído que me lo quitara todo. Y con cara de cordero degollado me volvía loco de placer.

Enseguida vengo y quiero verte como te he dicho, me contestó, yo me quité el slip pero no podía remediar estar completamente empalmado, pues solo faltó el sentir la fuerza de la mano en mi pene para que aquel falo rebosara de su más espléndido tamaño. Esperé como cinco minutos cuando desde su alcoba me llamo y me pidió que entrara sin temor, que maravilla de alcoba, una cama redonda a todo lujo, espejos en el techo, hilo musical, la música que sonaba en aquel instante era el (bolero de rabel). Él no estaba en la alcoba, pues siguió pidiéndome que fuera hasta él, estaba en cuarto de baño al lado de la misma alcoba dentro de un enorme jacuzzi. Que gozada, me digo que me metiera con el y así lo hice, ver como el agua mojaba su hermoso cuerpo me volvió a poner en forma en cuestión de segundos. Por fin podía apreciar su cuerpo completamente desnudo bajo el agua, pero por las burbujas no podía verlo con claridad, así que decidí inspeccionarlo de cerca palpando con mis manos y labios sedientos de sexo. Me agarró de la cintura y me llevó hacia su boca carnosa y con un bigote bastante frondoso, con su perilla canosa a juego y tan moreno como la noche.

Deseaba que aquello no acabase nunca, sus manos fueron acariciándome el cuello, los pezones y recorriendo cada milímetro de mi piel, la excitación estaba llegando a un estado bastante avanzado. Puse mis manos sobre su pecho, entrelazando mis dedos por su boscoso pelaje. Besando sus labios y tratando de apreciar como se encontraba de excitado, toqué con mi mano su verga, la cual me pareció una polla no muy gorda pero de considerable tamaño, pues era ideal para una buena penetrada, mi ano pedía que fuera poseído dentro de aquel jacuzzi. Me giró el cuerpo poniéndome de espaldas a él, sintiendo como sus manos acariciaban mis hombros, su verga erecta rozaba mis nalgas y con sus piernas rodeaba mi tripa para que no me escapara. Poco a poco la situación fue tomando forma, ya que tal como me tenia agarrado fue enfocando su verga hacia mi ano,

como si fuera un cohete a punto de despegar su falo, se introdujo dentro de mi produciéndome un fuerte dolor agudo e intenso, en aquel momento solo pensé que me había partido el culo en dos, pues fue tan duro trago que me mordí la lengua por no gritar y las lagrimas me corrían por la cara aunque estaba de espaldas a Daniel, él se corrió nada más entrar, pues mi gesto de dolor le provocó más excitación y no pudo aguantar nada, se corrió enseguida, pero permaneció dentro de mi, un rato más, haciendo de mi ano un saca y mete continuo, tenia la habilidad de permanecer erecto a pesar de haber eyaculado dentro de mi. Sin bajar la guardia yo empezaba a dejar de dolerme el ano, y sentir el placer de la entrada y salida de su pene, aunque me sentía molesto por tal brutal penetración. El roce del vello en mi espalda me reconfortaba, me sentía protegido al mismo tiempo. Me recordaba a mi niñez, cuando mi madre me acunaba con aquella manta tan calentita de piel de osito, suave y tierna, era igual de suave el roce de su pecho.

Ya estaba empalmado y como si de una botella de cava fuese me separé de su pene de un tirón, haciendo salir de él, el semen del cual fui poseído, me di la vuelta y frente a el, le besé y le apreté los pezones, pues ahora me tocaba a mi coger la revancha. Al ver que me tocaba a mí, él salio del jacuzzi pues se cansó del agua, pero a mí no me importaba salir, ya que siendo mi turno, me gustaría hacerlo más en seco. Nos dirigimos a aquella cama redonda con los espejos en el techo, y como si de una película porno fuese empecemos a comernos todo, sin desperdiciar ni un ápice de nuestros cuerpos. Olía a macho, me gustaba y excitaba su aroma, aún podía apreciar como babeaba su pene, saborear aquella verga morena y tiesa., sabiendo que había estado en mi interior. Combinándonos en un perfecto 69. Todo un sueño. Le di la vuelta y me comí su ano, abriéndolo con mis dedos conseguí meterle con un poco de vaselina mis 4 dedos, desde el índice hasta el meñique. Aquel ano, se notaba que hacia poco había sido abierto, pues sabía que por alguna parte había divisado en la habitación instrumentos y juegos eróticos y sexuales, pues en la estantería se veía un juego de consoladores de 5 tamaños diferentes, más fustas, látigos, e infinidad de artilugios. Yo no podía aguantarme más, estaba a punto de estallar cuando le pedí que me dejara penetrarlo para correrme dentro de él, me empujó como si de eso no fuera con él, eso me sentó mal, pues yo si podía ser penetrado y él no permitía ser penetrado, pues él lo hizo sin pedirme permiso y porque yo lo quise también, lo deseaba, pero no de aquella manera.

- ! ah no, eso si que no¡ me dijo

Me levanté cabreado de la cama, no iba a tolerar ser humillado de esa manera y me fui a la pared del fondo de donde cojí una fusta y me fui cara a él, amenazándolo o por las buenas o por las malas. Daniel tragó saliva, pues me vio serio y no me conocía realmente, dudó por un instante, pero no cedía con mi petición, así que me obligó a castigarle, cuando vio lo fuerte que le aticé se incorporó para detenerme y quitarme la fusta. Su brazo quedó marcado por el fuerte latigazo que le di, empezamos a luchar.

En un arrebato conseguí derribarlo al suelo, sentado encima de él, le muerdo al oreja con rabia, él se quejaba, me decía que no le hacia gracia aquella situación, y que me levantara y me fuera. Me hizo gracia la oferta que me propuso, pero yo no estaba dispuesto a que abusaran de mi persona, así que yo de allí no me iba sin saborear el placer al que había ido a someterme, así que conseguí amarrarlo con varias cuerdas que tenia para practicar el sadomasoquismo. Y una vez indefenso y amordazado le propuse mis planes, así que le dije: -! escúchame atentamente¡ pues solo te lo voy a explicar una vez, lamento que te toque sufrirlo a ti, pues la verdad pensé que serias diferente, me gustas mucho y me siento enormemente atraído por ti, pero estoy cansado y arto, de que penséis que por el hecho de ser joven sea más fácil hacer de mi lo que queráis, pero no toleraré más el ser el desahogo de nadie sin ser completamente correspondido, así que eso es lo que voy a hacer contigo, en estos momentos.

Y dicho esto cojí de la repisa de la chimenea el primer falo de los cinco t

amaños el más grande. Al ver que lo cogía se le pusieron los ojos como platos, gritaba pidiéndome que no lo hiciera, pero con la mordaza no podía entenderle. Me dirigí a su ano, y sin apenas lubricarlo, le eché un pequeñito escupitajo, abrí el ano, con mis dedos se lo lamí para quitar el poco resto de saliva e introduje aquel enorme pene de madera, tendría por su tamaño unos 29 cm. más o menos. Tal como se lo iba introduciendo iba gritando escandalosamente, pero como no servia de nada, eso hacia que me excitara más. Ahora quien seria el jefe, quien mandaba, YO solo yo, jajajajajajajaja que bien, el macho estaba siento trasformado en un dulce corderillo, lo introducía y se lo retiraba una y otra vez, así varias veces, lloraba como nunca había visto a nadie llorar. Que gozada, a más que lloraba yo más disfrutaba, era un placer que no había experimentado nunca, me gustaba no lo había visto desde ese punto de vista. Y nunca es tarde para experimentar nuevas cosas. Veía sangrar ese ano, llenar la alfombra de sangre, todo el suelo, y yo más se lo metía, entonces le quité la mordaza, quería oírle pedirme perdón. Me rogaba que parara, me lo suplicaba, que haría lo que yo quisiera, pero paré un momento y le dije que si, claro que lo iba a hacer de todos modos. A continuación cojí una de las velas que había al borde del jacuzzi y me la lleve, lo senté en una silla y lo até bien fuerte, que supiera que no me andaba con chiquitas, mientras le besaba los labios él me seguía el juego, pero notaba el miedo en sus ojos, le dije que si hacia todo lo que le pidiera no tendría por que temer nada. Con la vela en la mano empecé a rociarle la cera por las pierna velludas, él aguantaba la respiración, pero le quemaba, pues grita le dije y él se negaba, queriéndose hacer el fuerte, le puse más aprueba, subí por el pecho velludo, notaba como sus pezones enrojecidos se calentaban por la cera, pero él estaba aguantando, aún me excitaba más y le pellizcaba los pezones, pero el muy cabrón tenia aguante, así que no me quedó más remedio que abrirle de piernas y dejarle el grande al aire, para poder llenarlo de cera caliente. Ahí se negaba, me cerraba las piernas, pero como un grandísimo HP le rocié bastantes gotas, gritaba como loco, si grita más Daniel, grita, quiero oírte gritar, sufre, como me has hecho sufrir tú antes. Aún no he acabado, pues esto es solo el principio de lo que te espera.

Ahora vas a ver lo que es sentir el calor de mi polla dentro de ese ano tan irritado que tienes, vas a ver lo que es gozar de dolor. Lo volví a tumbar esta vez en la cama boca abajo le abrí las piernas y se las até a cada pata de la cama .Pase mi mano por debajo de sus huevos. Para comprobar que sigue bien abierto y le puse un palo en la boca, para que lo mordiera, pues sabía que esto dolería mucho, pues los pies los tenía bien atados para que no huyera. Seguí jugando con la vela, pero esta vez llenaría su precioso ano de cera hirviendo. Quería hacer un molde de el, pues ahora sabría lo que es realmente el dolor. Y así lo hice, gritaba como alma que se la lleva el diablo, se retorcía igual que la cola de una lagartija al ser cortada, verlo gemir y retorcerse me excitaba más. Veía como el palo lo mordía, tenia los incisivos clavados en el, imaginaba el dolor que produciría, yo le soplaba para que fuera menos el tiempo de sufrimiento y el molde se hiciera antes, pues a más se movía más cera se corría por los cojones, abrasando todo lo que cojía a su paso.

Una vez calmado, el soplo que le producía le aliviaba y dejo de moverse Con astucia y dejándose manejar lo até a una cruz de castigo que tenia, este Daniel tenia de todo, pero el muy sado, solo lo tenia por lo visto para someter a los jóvenes como yo, pero mira por donde, tocó con la horma de su zapato.

Vas a ver como no lo solo se puede disfrutar haciendo, los juegos, hoy vas a ser tú quien los pruebes, vas a ser mi masoquista y al final del día, ya me dirás que opinión tienes de ellos. Lo miraba de espaldas, tenia una espalda bien formada, grande y ancha, unas nalgas redonditas y firmes, se notaba que se cuidaba, aún le caían algunas gotitas de sangre por la entrepierna, que yo me ofrecía a limpiar con mi lengua, como si de un murciélago del amazona me tratara, pues son los que únicamente se alimentan de la sangre de los animales, y

que más animal que mi osito de peluche Daniel. Aún se quejaba de tal brutal violación con mi lengua succionaba su ano, y le chupaba los huevos, esos huevos grandiosos, su próstata era enorme y el grande estaba enrojecido por la cera, pero parecía que lo que le hacia le gustaba, pues reaccionaba poniéndose tieso de nuevo.

No podía hacerme esperar más así que me puse detrás de él y dirigí mi verga a su ano todo dolorido y como él me hizo dentro del agua, pues yo se lo hice en seco. Le clavé mi miembro por el culo hasta sentir sus entrañas, fue tan sonoro el grito que dio, que aún cuando lo recuerdo, me pitan los tímpanos. Estuve más de diez minutos penetrándolo y viéndolo llorar, pues ya no le quedaban muchas fuerzas, su voz se apagaba del cansancio. Su culo sangraba y llenaba mi verga de sangre y de excrementos, cosa que no me importaba, pues era lo que estaba buscando, verlo como no es lo mismo, sentirlo humillado, como Daniel me había hecho sentirme al rechazarme. Cuando estuve a punto de correrme, saqué mi verga de aquel culo petado y se lo metí en la boca, para que saboreara toda aquella leche tan rica, no quería que desperdiciara ni una sola gota, pues le dije que no se le ocurriera morderme, pues la cosa iría para peor, pues imaginación tengo de sobra, así que así lo hizo. Chupó y chupó mi polla como si nunca hubiera comido, como el agua que le ofrecí en la residencia, con avaricia.

Me la dejó más limpia que una patena, que gozada, me tiré al suelo para respirar a gusto, mientras él yacía atado en aquella cruz. Salí al jardín a refrescarme, pues no había nadie a esas horas, podía ir desnudo por la casa, los perros andaban sueltos y al verme vinieron corriendo.

Espero que os gusten mis historias, un beso a todos y espero haberos sacado lo más profundo de vosotros.

Autor: Julio


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