¡No podía creer que casi me hubieran arrestado por intentar entrar en mi propio apartamento! Había perdido las llaves, y pensaba que tendría que romper el cristal de una pequeña ventana en la parte trasera. Pero todo estaba resultando más difícil de lo que parecía... y el ruido despertó a un vecino que llamó a la Policía.
Por una vez, la pasma llegó muy rápido. Un tío enorme, de 1,90 metros, apareció con su moto. Su uniforme de cuero le quedaba bastante justo y marcaba todos y cada uno de los rincones de su fornido cuerpo. Cuando se quitó el casco, me encontré con un tipo con cara de pocos amigos. Tenía la piel morena, curtida por el sol, y su cuidado bigote le daba un aspecto bastante fiero.
Apenas pronunció palabra mientras yo, nervioso, le daba explicaciones de todo lo que había ocurrido. Al final de mi exposición, asintió con la cabeza, con cierta desgana y se dio media vuelta con la intención de marcharse.
Pero, por una vez estuve rápido de reflejos y le pregunté:
- ¿Le apetece tomarse un café? Ya que ha tenido que venir hasta aquí para nada, es lo menos que puedo hacer.
Sorprendentement aceptó mi invitación y por primera vez desde que llegó a mi casa esbozó una sonrisa.
Entramos en la cocina y yo pude observar que tenía un cuerpo más que apetecible. Tendría unos 40 años y su aspecto de poli duro le hacía enormemente atractivo
- ¿Puedo fumar? Es que llevó todo el día sin echar humo y ya sabes...
- Sí, claro, no importa. Yo no fumo, pero no me molesta la gente que fuma.- respondí, intentando complacerle en todo
Se sacó un puro del bolsillo y al poco tiempo estaba echando humo, con aspecto relajado
Hice café todavía sin creerme que tenía un policía increíblemente viril y musculoso, vestido con su uniforme de cuero y fumándose un señor puro, en la cocina de mi casa. No podía creerme que aquel bulto que se adivinaba bajo sus pantalones fuera de verdad... Un bulto que, bien con la mano dentro del bolsillo, bien por la parte exterior, se tocaba de una forma ostentosa y cada vez más descarada. Por si fuera poco, una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro.
- ¿Qué te parece si nos relajamos un poco? ¿Entiendes, no? .- y siguió acariciándose el paquete.
Por poco se me cae el café. Apenas pude articular palabra con lo nervioso que me puse.
- ¿Quieres decir... lo que me estoy imaginando?
- Pues claro que sí, hombre. ¿O no era acaso ese el motivo de tu invitación?
Se puso de pie y se acercó a mí, mientras seguía acariciándose el paquete. El bulto de su entrepierna era cada vez mayor, y ya parecía la manguera de un bombero, perfectamente marcada por sus ajustados pantalones de cuero.
- ¡Sí, sí!...-repliqué.- ¡Yo estaba a punto de proponerle lo mismo!
- ¿Quieres que nos desnudemos y nos vayamos a la cama?.- preguntó acercando su rostro al mío y echándome una gran bocanada de humo.
- ¡No hace falta que nos desnudemos! ¡Para una vez que me lo monto con un poli... quiero que lleve el uniforme puesto!
Sonrío al oír mi respuesta
- ¿Te impone mi uniforme?
- Los policías siempre han sido una de mis fantasías favoritas.- le confesé.
- Pues yo estoy a punto de convertir en realidad tus fantasías... y mientras me lo decía dejó el puro en el cenicero. A continuación me bajó lentamente la cremallera de los pantalones, y me sacó la polla, que ya empezaba a estar dura.
- ¡Tú tampoco tienes mala polla, tío!
- Pues tú la tienes como una pistola.- le contesté, mientras apretaba su glande con la punta de mis dedos.- Parece dura como el acero...
- Pronto lo comprobarás...
En aquel momento se arrodilló ante mí y su lengua, tras un rápido roce con mi capullo, se dedicó a lamer mis pelotas. Mi polla también se puso dura, muy dura. Una vez hubo trabajado bien mis pelotas, se tragó mi polla y empezó a chupármela como un poseso. Parecía estar completamente obsesionado.
- ¡Tranquilo, agente! Que tengo ganas de saborear tu polla, antes de correrme.
Una vez hubo masajeado bien mi polla con su boca, cambiamos de posiciones. Yo me arrodillé ante él, y por fin pude observar de cerca el pedazo de carne que colgaba entre sus piernas. Era una polla bastante grande, gruesa y sin circuncidar, como a mí me gustaban. Una polla caliente que rápidamente desapareció entre mis hambrientos labios. Mi boca empezó a moverse con rapidez a lo largo de su polla, succionándola con fuerza, y acariciándola, a la vez, con la lengua.
- ¡Así, cabroncete! ¡Cómete a fondo esta polla de poli!.- me dijo, apoyando una mano en mi cabeza.
Y, repentinamente, su capullo se clavó muy adentro de mi garganta, mientras mis dedos estaban acariciando sus peludas pelotas. Por un momento sentí unas arcadas que conseguí aguantar.
Sus dos manos me sujetaron con la cabeza, y con potentes movimientos de riñones, comenzó a follarme la boca.
- ¿Te gusta esto? ¡Contesta, mamón! ¿Te gusta como te estoy follando?
Apenas pude contestar porque tenía la boca llena con su polla, pero pude asentir con la cabeza.
- ¡Ya vale, tío!.- me dijo, apartándome con violencia de su polla.- yo también tengo ganas de chupar...
Y mientras decía esto, me tiró al suelo, y se colocó sobre mí, empujando su polla hacia mi boca, y comenzando a devorar la mía.
¡Nunca, ni en mis más alocadas fantasías, podía haberme imaginado tener una polla de policía en la boca, mientras me la estaba chupando! ¡Y todo es el suelo de la cocina de mi casa!
Lo cierto es que me la estaba chupando muy bien y hubiera sido muy feliz corriéndome en su boca, de no ser porque comenzó a explorar otras partes de mi cuerpo.
- ¡Bonito trasero!.- dijo, mientras apartaba mis nalgas y arrastraba su lengua hasta mi ojete. El poli empezó a separarme las nalgas con los dedos, que tenía humedecidos de saliva, y empezó a masajearme el ano. Hacía tiempo que no tenía una polla en el culo, así que aquellos movimientos me excitaron muchísimo.
- Si vas a follarme, puedes quitarte la ropa.- iba diciendo yo, cada vez más preso de la excitación.- .
No sé como, pero consiguió quitarse los pantalones y la camisa sin apenas soltar mi polla, que seguía presa en su boca. Entonces pude comprobar la belleza de su cuerpo en todos su esplendor. Era un hombre muy velludo y bastante musculado, un viejo perro de presa cuyas cicatrices delataban una pasado duro. Ya no podía aguantar más, así que, entre gemidos, le dije:
- Vamos... vamos... a mi habitación. Allí tengo un espejo que...
El polí me cogió en sus poderosos brazos, y me subió por las escaleras, haciéndome sentir toda su fuerza. Una vez allí, me lanzó sobre la cama y, a continuación se abalanzó sobre mí. Empezó a devorarme todo el cuerpo, mientras yo miraba de reojo al espejo. Casi me desmayo al ver nuestra imagen en el espejo. ¡Era la imagen que toda mi vida había soñado ver¡ ¡Yo retozando con un duro poli como aquel!
- ¡Fóllame!.- grité, fuera de mí.- ¡Fóllame! ¡Quiero que seas malo... muy malo!
Él siguió chupándome, insensible a mis peticiones.
- ¡Fóllame, por favor! .- le supliqué
Después de soltar un sonoro gruñido, cambió de posición, colocándose detrás de mí.
Yo me puse a cuatro a patas, con las piernas abiertas al máximo, esperando que su polla perforara mi culo. En el espejo veía reflejada su impresionante planta de policía, tan contundente o más que cuando llevaba el uniforme puesto.
- ¡Hágalo de una vez! ¡Fólleme de una pu...! ¡Aaagghh!
Su tranca se abrió paso en mi culo con la potencia de una taladradora, agarrotándome la garganta e impidiéndome terminar la frase.
Fue un placer indescriptible y, a pesar de que ocurrió hace algunos años, todavía se me pone la carne de gallina cuando lo recuerdo.
Yo, todo un abogado en ejercicio, disfruté cuando la Ley me dio por el culo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario