Eran las 10 de la noche y mi madre me dijo que avisara a mi tío para venir a cenar. Lo busqué por toda la casa pero no lo encontré. El único que sitio que me quedaba por mirar el sótano y me dirigí hacia allí.
Bajé las escaleras y llegué al sótano. Allí estaba mi tío, sentado en un banco, secándose el sudor. Al verme, me saludó con una mano y me dijo:
- Espérame 5 minutos, que me voy a dar una ducha porque estoy muy sudado y así no puedo subir a cenar.
Mi tío era un hombre de unos 45 años, grande y musculoso y con un rostro muy atractivo, aunque la barba le daban un aspecto bastante fiero. Estaba casado y tenía 2 hijos, que estaban tan macizos con él. Siempre había tenido fantasías eróticas pensando en él, y por eso me ponía nervioso el estar a solas con él.
Empezó a desabrocharse la camisa y pude observar que tenía un torso muy velludo, como el de un oso. A continuación se soltó el cinturón y empezó a bajarse los pantalones, dejando a la vista dos magníficas piernas también cubiertas por un espeso pelo. Sólo le quedaba el slip y un enorme bulto delataba que su paquete debía ser descomunal. por el bulto como mi tío se desnudaba para tomar una ducha. Se puso de pie y se quitó el slip, lanzándomelo a la cara. Lo esquivé y pude observar que una enorme polla colgaba entre sus piernas. Muchas veces me había intentado imaginarme a mi tío sin ropa, pero la realidad superaba todas mis fantasías Al ver mi cara de sorpresa se acarició el rabo con su enorme mano, mientras me guiñaba un ojo. Aquello me puso muy excitado.
Me quedé quieto mientras mi tío entraba en la ducha y empezaba a restregarse su hermoso cuerpo. Sus manos recorrían todas las partes de su enorme corpachón y yo le miraba con los ojos abiertos como platos. Así estuve durante 5 minutos hasta que salió de la ducha y empezó a secarse con la toalla. Entonces, me sonrió y posó su enorme trasero en un banco. Sin dejar de sonreírme, extendió sus poderosas piernas, se agarró la tranca con una mano y empezó a restregársela lentamente. Yo estaba sorprendido y cada vez más excitado.
- Seguro que está deseando darle un buen bocado a mi polla. Ven aquí, no tengas miedo.
Me acercó su mano y yo no pude aguantar más la tentación. Mientras mi tío me agarraba la cabeza yo atrapé aquel enorme pedazo de carne con mis labios. Estaba caliente y tenía un sabor salado. Empecé a devorarlo con rabia, mientras mi tío me acariciaba cariñosamente la cabeza.
- Sigue así, chaval, lo estás haciendo muy bien. Sabes como comerle la polla a un hombre.
Mi lengua recorría su enorme tranca arriba y abajo, con verdadera pasión. Saqué la boca de su pollón y me dediqué a chupar sus enormes pelotas peludas. Mi tío gemía como un animal, mientras se retorcía de gusto.
De pronto me agarró del cuello y se dio media vuelta poniendo su trasero delante de mi cara. Sus nalgas eran enormes y parecían estar duras como una roca. Entre ambas se abría una peluda grieta que pedía guerra.
Sin perder el tiempo, comencé a mordisquear sus nalgas, lo que hizo gruñir de placer a mi tío. A continuación, y después de tomar un poco de aire, hundí mi cara en aquel matorral de pelo. Mi lengua avanzó hasta que encontró la entrada de su culo. Con la ayuda de mis dedos separé las dos paredes e incrusté la punta de mi lengua en su carnoso agujero.
- ¡Qué gustazo me estás dando, sobrinito! ¡No pares, por Dios! – Bramó mi tío, fuera de sí.
Aunque apenas podía respirar por la presión de sus carnosas nalgas, continué comiéndole el culo con voraz apetito. Cuando no puede más retire mi cara de aquel dulce manjar. Después de respirar profundamente volví a hundir mi cabeza entre sus nalgas para seguir con mi trabajo. Así estuvimos durante varios minutos hasta que mi tío, con su ronca voz, me dio una orden:
- ¡Ponte a cuatro patas, que te voy a follar!
Sin rechistar, hice lo que me dijo y me coloqué a cuatro patas sobre el banco, esperando que aquella bestia me perforara. Me agarró con fuerza con sus dos manos y a continuación, se agachó para soltar un par de escupitajos sobre mi agujero. Una vez hubo humedecido el ojete extendió el líquido con ayuda de su lengua. Para terminar el proceso introdujo unos de sus dedos y lo removió para abrir bien el camino.
- Bien, creo que ya estás preparado para que te folle..
Y mientras me decía esto me golpeó con su pollón en la espalda, para que me diera cuenta de lo que esperaba. Poco a poco, la fue bajando hasta que la colocó en la entrada de mi culo. Su tranca empezó a perforar mi agujero y una vez que su capullo estuvo dentro, dio un fuerte golpe de riñón con la que me la incrustó hasta el fondo.
- ¡Ah!.- grité por el dolor que me había producido.
- Tranquilízate, que ya no te haré más daño. A partir de ahora vas a disfrutar como un loco.
Mi tío empezó a cabalgarme, primero muy despacio, con suavidad, pero a poco a poco empezó a aumentar la fuerza de sus embestidas. Aunque al principio sentí un poco de dolor, según aumentaban sus enculadas, un intenso placer se iba adueñando de mi cuerpo. Podía sentir como sus enormes y peludas pelotas rebotaban con fiereza sobre mi trasero y ese ruido me excitaba más todavía. Mi polla no pudo aguantar más y soltó un chorro salvaje que dejó empapado el banco.
Aún no me había recuperado de mi corrida cuando la polla de mi tío entró en erupción soltando un chorretón de leche caliente, que inundó mis entrañas. Mi tío dio un gran bufido y sacando su polla de mi culo esparció las últimas gotas de su salvaje corrida sobre mi espalda.
- ¿Has gozado, chaval?.- Me preguntó, con la voz todavía entrecortada.
- Sí, señor, he disfrutado como nunca.
Agotados por el esfuerzo, nos tumbamos en el suelo y empezamos a acariciarnos y besarnos, mientras tratábamos de recuperar la respiración normal . Al poco rato, oímos la voz de mi madre y tuvimos que dejar nuestro juego. Nos vestimos rápidamente y subimos a cenar, eso sí, muy contentos y relajados. Había podido comprobar que mi tío era un verdadero toro semental, como yo me había imaginado.
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