domingo, 8 de diciembre de 2013

Luis y yo I

Conocí a Luis en el colegio secundario que era exclusivamente de varones. Al principio nuestra relación era solo de amigos y participábamos de salidas y fiestas con otros amigos. En septiembre de 1970 nos invitaron a pasar el día del estudiante en una quinta donde jugamos al fútbol y nadamos en la pileta.

Al final de la jornada llegó el momento de bañarnos para volver a nuestros hogares. Fue la primera vez que vi desnudo a Luis y me gustó su cuerpo delgado y el color de su piel quemada por el sol y… ese pene colgando junto a sus testículos. Al notar que me miraba, me di vuelta disimulando.

Nada ocurrió esa vez, pero a partir de ese momento se despertaron las mejores fantasías con Luis en mis masturbaciones. Luis es morocho de ojos castaños de 1,80 metros de estatura, delgado con unas piernas musculosas.

Pasaron algunos meses y volvíamos desde el colegio a nuestras casas en el mismo bus ya que vivíamos en el mismo barrio. Durante el viaje Luis abrió una carpeta de matemáticas y me mostró la foto de una pareja donde ella le estaba chupando la enorme pija a un negro. ¿Te gusta? me preguntó, es buena le dije, y agregué: en mi casa tengo algunas revistas pornográficas, ¿quieres verlas? le pregunte. Vamos me respondió.

Mis padres trabajaban hasta tarde en la noche, por lo que yo siempre llegaba primero del colegio y tenía toda la casa a mi disposición. Lo mismo le pasaba a Luis. Fuimos a mi cuarto y en el escritorio empezamos a mirar juntos las revistas. Yo miraba disimuladamente su bulto entre las piernas y veía algo de excitación.

Entre todas las revistas había una de relaciones entre hombres y eso provocó su comentario que cambió nuestra relación a partir de entonces. Me dijo: Yo no tendría problemas en cogerme a un hombre, pero tendría que ser una persona conocida y satisfacerme en todo. A lo que respondí: ¿Quieres hacerlo conmigo? Hubo un silencio y me respondió: si.

Lo tomé de la mano y lo llevé a mi cama. Nos desvestimos y me acosté boca abajo, con las piernas separadas ofreciéndole mi culo.

Él se puso detrás de mí entre mis piernas abiertas y comenzó a pasar la cabeza de su pija por la raya de mi culo. ¿Tienes algo de lubricante? me preguntó. Si, en la mesa de noche. Sacó un poco de lubricante del pote y la puso en mi orto, introduciendo un dedo hasta llegar a mi esfínter. ¿Estás listo? me preguntó. Desvírgame, le contesté.

Metió la cabeza de su pene levemente y al llegar al esfínter hubo un poco de dolor y resistencia. Siguió empujando, metiéndola hasta abrirme totalmente el orto. Sentía como esa vara de carne se abría paso dentro de mí y me partía de dolor. Aguanta un poco me dijo. Llegó hasta el fondo y su cuerpo se apoyó en el mío. Sentía su pecho velludo apoyarse en mi espalda y sus labios junto a mi oído. Me dijo: Quiero que seas mi hembra. A lo que respondí: seré tu putita, todas las veces que quieras.

El dolor había disminuido mucho convirtiéndose en placer. Le digo: cógeme.  Comenzó a moverse lentamente en un mete y saca, con su pija dura como un garrote. Sacaba su cabeza fuera de mi orto y la volvía a meter separando mis glúteos, siempre hasta el fondo.  Con cada embestida sus huevos pegaban contra mis glúteos.

El movimiento era cada vez más rápido y noté que estaba por acabar. Sus gemidos eran cada vez más fuertes y en eso dijo:

-Voy a terminar dentro de ti. -Dámela le dije, quiero toda tu leche.

Su cuerpo se estremeció y acabó con espasmos.  Ahhhh… ahhhh… ahhh… ahhhh… ahhhhhh… ahhh. Con cada eyaculación su pija se agrandaba y volcaba dentro de mí su semen caliente. Fueron como siete veces de tremendo placer para él.

Al acabar, su pene perdió su erección, lo sacó y retirándose hacia un costado se acostó boca arriba junto a mí. Miré su flácido pene reposar y pensé en lo mucho que gozaría de ahora en más.

Creo que me quedé dormido junto a Luis. Me desperté cuando su mano acariciaba mi culo y me decía:

-Quiero más.

Yo todavía estaba muy caliente y quería acabar. Al mirar su pija parada como un obelisco de 20cm x 5 cm. y con Luis boca arriba, me pongo sobre él y comienzo a sentarme sobre su pene duro mirándolo de frente.

Esta vez la introducción fue sin dolor y hasta el fondo. Me dijo:

-Cabalga sobre mi pija, putita. -Soy tu hembra le decía, quiero tu lechita.

Yo subía y bajaba sobre él. Subía y me dejaba caer haciendo que mi orto se abriera cada vez más.
Le decía:

-Quiero tener mi orto abierto con la medida de tu pija.

Fue en aquella oportunidad cuando tuve mi primer orgasmo anal. Acabé sobre su pecho con gran cantidad de leche, y unos segundos después él terminaba otra vez dentro de mí.

Quedamos abrazados un tiempo, agotados, pero felices de haber tenido dos orgasmos juntos.

-Estuvo bueno, ¿no? me dijo. -Es solo el comienzo, le respondí.

Me levanté dándole un beso a su flácida pija. Fui al baño a limpiarme y sentado sobre el inodoro vuelco su “enema de semen”.

Era increíble la cantidad de leche que tenía dentro de mí.

Cuando volví, Luis ya se estaba vistiendo y me dijo: la seguimos otro día, hoy ya es tarde y mañana debemos ir al cole.

Continuará…

AUTOR: Alexis5322

alex-y-luis@hotmail.com


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