domingo, 29 de abril de 2012

Pasión en el Vestuario

Dani era el capitán del equipo de waterpolo. Era el jugador más vetereno del equipo. Tendría unos 35 años y llevaba más de 15 jugando en el equipo. Todos le respetaban y admiraban, porque aunque había jugadores técnicamente mejores y más fuertes que, él era un perro viejo que se las sabía todas. Físicamente, no era muy alto, ya que no mediría más de 1´70, pero sí que era robusto. Tenía un cuerpo compacto, musculoso y como el paso de los años y la buena vida siempre dejan huella, tenía un poco de tripita. Pero si algo destacaba a simple vista, era la frondosa capa de vello que cubría todo su hermoso cuerpo. Por regla general, los nadadores y los jugadores de waterpolo suelen estar depilados , pero Dani era la expcepción. El decía, medio en broma, medio en serio, que aquel aspecto de oso peludo le venía muy bien para infundir temor en sus rivales, sobre todo en los más jovenes. Por si fuera poco, desde hacía un par de temporadas lucía un hermoso bigote.

Aunque ahora estaba casado y tenía 2 hijos, las malas lenguas decían que hasta hace poco había sido bastante golfo. Al parecer, durante los viajes del equipo, era habitual que se “escapara” de su habitación y no apareciera hasta el amanecer. E incluso, los más osados afirmaban que sus aventuras no eran siempre con mujeres. A mí toda aquella “leyenda negra” en torno al capitán me atraía mucho. Desde que llegue al equipo, al comienzo de la temporada, sentía verdadera admiración por el, tanto como capitán como, porque negarlo, como hombre. Le había visto desnudo infinidad de veces, paseando su hermoso cuerpo musculoso y peludo, con aquel grueso pollón que seguramente había echo gozar a muchas mujeres y a muchos hombres. Sólo de imaginarmelo retozando en una cama, se me ponía dura como una piedra

Por eso aquel día estaba tan excitado. Los dos nos habíamos quedado solos en el vesturario. El partido había sido muy duro y al final habíamos perdido por un solo gol de diferencia. Todos estabamos muy abatidos y después de la ducha todos mis compañeros habían abandonado los vestuarios. Sólo quedabamos él y yo. Yo estaba bastante nervioso. En realidad, era la primera vez que estaba completamente a solas con él. Como el era el más veterano del equipo yo el más novato, no había mucha relación entre nosotros. Eso sí, siempre que se había dirigido a mí, era muy correcto y apenas me había echado alguna bronca.

Estaba sentado en el banco, con una toalla sobre la cintura. Sin ningún disimulo se restregaba su descomunal paquete con su poderosa mano.

- Estoy hasta los cojones de esta vida. Toda el puto día entrenando para que luego perder por un puto gol. Me parece que no voy a durar mucho más en esto. Estoy viejo y cansado y los cachorros como tú vais empujando fuerte.

No sabía que constestarle, por lo que únicamente moví la cabeza en signo de aprobación.

- Menos mal que hay algunas compensaciones.- Y me guiño un ojo, sonriendome abiertamente.- Ven aquí, tu y yo vamos a disfrutar un poco, para quitarnos la mala leche del partido.

En aquel momento se me hizo un nudo en la garganta. Como un acto reflejo me acercé a él y sin decir palabra me senté junto a él. Con un brazo me rodeó por la espalda, cariñosamente, mientras que con la otra mano apartaba la toalla. Aquella polla que siempre me había parecido enorme se mostró ante mi más descomunal que nunca.

- ¿Quieres comerte esta golosina, campeón? Es todo tuya.

- Sí, señór.- repondí, como si un de un sargento se tratara.

El capitán agarró suavemente, pero con fuerza, mi cabeza y la acercó lentamente a su cipote. Mi boca, pletórica de deseo, agarró el brillante capullo y empezó a sorberlo.

- Dios, cabrón, que bien lo haces.- exclamó con su ronca voz.

Poco a poco fui tragandome aquel enorme tarugo y empecé a succionarlo arriba y abajo, sin parar. El capitán empezó a bramar de placer, mientras acariciaba suavemente mi cabeza.

- Trátala bien, chavalote, porque pronto la vas a tener dentro de ti y no querrás que te haga daño, ¿Verdad?.- y soltó una sonora carcajada.

Yo seguí succionandole la polla durante varios minutos hasta que ya no pude más. Entonces, el capitán se agachó ante mi y atrapando mi polla con la boca empezó a bombearla con fiereza. Aquel animal sabía como chupar una polla. Su lengua jugueteaba con mi capullo y el placentero picor que provocaba en mi cuerpo me hacía retorcer de gusto. Cuando el capitán hubo gozado suficiente de mi polla, se puso de piés y con una amplia sonrisa en un su hermoso rostro, me dijo:

- ¿Quierés que sigamos jugando en la ducha? Verás que divertido es follar bajo el agua.

- Sí, como no.- y nos dirigimos a la ducha mientras no dejabamos de besarnos apasionamdamente. Su lengua era realmente voraz y más que besarme, parecía que me estaba mordiendo.

Cuando llegamos a la ducha, el capitán accionó el mando y un intenso chorro de agua cayó sobre nuestros rostros, que parecía como que no no se pudieran separar. Nos separamos un momento para coger el jabón y enjabonarnos mutuamente. Cada uno buscó con pasión todos los rincones del cuerpo del otro. Pasar mi mano por su velludo pecho, sus fornidos brazos, su inacabable espalda o sus duras nalgas fue una sensación increible que toda mi vida había soñado. Nuestros besos dejaron de ser violentos y se convirtieron en dulces, mientras el agua seguía cayendo sobre nuestros cuerpos.

De prontó, noté que uno de sus dedos trataba de urgar en el agujero de mi culo. Di un pequeño saltito, pero el capitán me tranquilizó susurrandome algo inaudible al oído. Cogió más jabón y empezó a masajear mi agujero. Poco a poco, y con suavidad, fue penetrando por la cavidad.

- Creo que ya estoy preparado para recibir tu rabo.

El capitán se colocó detrás de mí y golpeó mis nalgas con su formidable polla. La verdad es que tenía un poco de miedo porque era la primera vez que me iban a follar. Por eso, cuando su tarugo empezó a empujar sobre mi agujero, éste se contrajo tratando de expulsar a aquel elemento extraño.

El capitán se dio cuenta de que algo fallaba y dandome un fuerte azote en el trasero, dijo con total tranquilidad, como si tuviera la situación bajo control:

- Tranquilízate, campeón. No te voy a hacer daño. Pero dejame entrar porque estoy tan caliente que sería capaz de forzarte.

Aquellas palabras arrogantes aumentaron mi excitación y mi deseo de ser perforado.

- ¡Fólleme, señor! Es lo que más deseo.-y le ofrecí mi culo como si le perteneciera

Me dio otra fuerte palmada en el trasero y, sin mediar palabra, empujó con fuerza hasta que mi agujero cedió y su pollón entró con violencia en mis entrañas. Sentí un intenso dolor, pero el gemido que solté era por el intenso placer que me provocaba.

- ¿Ves como no era tan difícil?.- y mientrás me hablaba, empezó a bombearme, al principio con suavidad, pero poco a poco, según iba abriendo camino, sus embestidas eran cada vez más fuertes. Aquel semental estaba fuera de sí y no paraba de rugir como un animal, mientrás taladraba mi culo.

- ¡Creo que voy a correrme!.- grité. El capitán respondió con un bramido infrahumano y empezó a soltar su caliente leche en mi interior, mientrás un chorro lechoso salía de mi polla. Después de corrernos a gusto, él sacó su polla de mi culo y limpió las últimas gotas de su corrida restregando el miembro contra mi culo.

- Ummh! Creo que todavía tengo suficientes motivos para seguir jugando!.- y mientras me decía esto nos fusionamos en un cálido beso.



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