Mi madre se mostró agradablemente sorprendida cuando llegó nuestro nuevo vecino. Como tantas otras mujeres divorciadas, estaba ansiosa de volver a salir con hombres, y cuando vio el porte de Sam se sintió muy excitada.
- Parece muy educado – dijo, mientras le mirábamos desde el dormitorio del 2º piso - ¡Y es tan atractivo!
Aunque no dije nada, ya me había percatado de ello. Le observaba con la voracidad de un halcón, mientras limpiaba las hojas secas de la piscina. Llevaba puesto únicamente un bañador azul, por lo que todo su poderoso cuerpo quedaba a la vista. Era un hombre alto, de unos 50 años. Tenía el cabello blanco y una corta barba del mismo color cubría su rostro. Era fuerte, robusto, un auténtico mazas de fornidos brazos. En uno de ellos llevaba el tatuaje de un dragón, destacando sobre su bronceada piel. Sin lugar a dudas, había hecho mucho ejercicio durante su vida y se notaba. Quién sabe si había sido marinero o quizás boxeador. La verdad es que su impresionante planta impresionaba a cualquiera que lo observara. Desde luego, a mi madre y a mí nos impresionó.
Mientras le miraba, mi polla había empezado a dar síntomas de excitación, así que dejé que mi madre siguiera adelante con su vocación de “mirona”, mientras yo buscaba la intimidad de la ducha. Pero, en vez de ducharme, me enjaboné la polla y me hice una buena paja, fantaseando sobre mi nuevo vecino.
Aquella noche, mi madre me pidió que le acompañase a llevarle una botella de vino y unas flores, como muestra de buena acogida, a nuestro nuevo vecino. Era agradable, simpático, cordial...y yo me preguntaba si será tan gay como yo. Y teniendo en cuenta las miradas que me echaba y que me prestaba más atención que a mi madre, sospeché que si lo era.
Después de un rato de charla, mi madre dijo que era hora de volver a casa. Mientras nos acompañaba a la puerta, me susurró al oído:
- Nos vemos en la piscina a medianoche.
Conté los minutos que faltaban hasta la hora de la cita, preso de la excitación. A las 12 en punto me deslicé por la puerta trasera....y me encontré a Sam metido en la piscina, desnudo. Mientras me acercaba a él, me dijo:
- No se permite la ropa, Danny...
- Por mi parte...¡perfecto!
Mi quité la camiseta y el bañador y me zambullí en la piscina. Di unas pocas brazadas en su dirección, y antes de poder darme cuenta, estaba entre sus poderosos brazos. Era notablemente más grande que yo...y su polla también era grande, como pude comprobar cuando nuestros dos miembros se encontraron bajo el agua. Su grandiosa tranca se movió con energía entre mis muslos, y mi hambriento culo se estremeció en respuesta. Hacía ya demasiado tiempo desde la última vez que había tenido una polla en el culo, y estaba algo más ansioso por tener un buen pedazo de carne dentro de mi ano.
Sam me besó con energía y me sorprendió cuando, desprendiéndose de mis labios, se sumergió bajo el agua y sentí sus labios rodeando mi capullo. Empujé mi polla con fuerza dentro de su boca, temblando de excitación a cada arremetida que le propinaba.
Finalmente, Sam emergió en busca de oxígeno, pero no se olvidó de mí, y tuve un adelanto de lo que esperaba, cuando su dedo se avanzó entre mis nalgas y comenzó a abrirme el culo.
Naturalmente, un dedo dejó paso a otro, y en breve espacio de tiempo, ya tenía a tres serpenteantes dedos jugando dentro de mi culo.
- ¡Qué bien me haces sentir¡.- gemí, abrazándome a su inmenso pecho.
-¿Sabes que voy a hacerte sentir mucho mejor, verdad chico?.- me susurró al oído.
- Lo sé perfectamente...dije con la voz temblorosa por el nerviosismo – Tengo gana de sentir todo ese pedazo de carne dentro de mí.
- Pues vamos a mi casa, porque como tu madre siga fisgando por la ventana, se puede armar una buena...
Antes de que pudiera decir nada, Sam me había cogido en sus vigorosos brazos y estaba sacándome fuera de la piscina. Me cogió de la mano y me llevó al interior de su casa. Mientras subíamos las escaleras pude observar como su fabuloso trasero se bamboleaba, aumentado más si cabe mi excitación.
Me llevó directamente a su dormitorio y me depositó cuidadosamente sobre su gran cama. Se colocó sobre mí y volvió a besarme de una forma más lenta, pero más apasionada, si cabe, que en la piscina. Su lengua era dura e insistente, cosa que pude comprobar cuando luchaba con la mía. Yo se la chupé sintiendo su sabor de macho maduro. Me gustaba especialmente la forma en que los pelos de barba canosa rozaban y acariciaban mis labios y mi mejilla. Aquel hombretón estaba convirtiendo el polvo en un momento mágico.
La portentosa polla de Sam comenzó a golpear con furia entre mis muslos, y los separé en respuesta a su urgencia. Nuestros cuerpos se enviaban mensajes silenciosos, como si fuéramos imanes que jugueteaban entre sí, atrayéndose indefectiblemente.
- Me vuelves loco, Danny.- me dijo, mientras su jugoso capullo de toro se apoyaba en mi ano y empujaba suavemente queriendo entrar.
- ¡Ostia! Quiero que me des tu polla hasta romperte las pelotas
Cogió un tubo de vaselina de la mesilla. Yo estaba ante él, boca abajo, con las piernas muy abiertas, ofreciéndole todo mi cuerpo.
- Por nosotros, chico...- dijo a modo de brindis, mientras me engrasaba el ojete.
Cogí su polla y la dirigí hacia mi culo. Esta vez, cuando sentí su desmesurado capullo apoyándose en mi bien lubricado agujero, un estremecimiento de placer me recorrió todo el cuerpo.
Y Sam la empujo dentro de mí.
- ¿Estás bien, chico? – me preguntó
- ¡Esto es el paraíso! ¡Y estaré mejor cuando me metas un trozo más! ¡Quiero sentir toda tu maldita polla dentro de mi culo!
- La vas a sentir, chico...¡Te lo juro!
Respiró hondo y comenzó a introducírmela poco a poco. Conseguí estar relajado en el preciso instante en que toda su descomunal polla terminó de entrar en mí. Levanté un poco las nalgas para favorecer sus movimientos.
- ¿Te gusta, chico? – Me volvió a preguntar.
- ¡Eres un cielo! ¡Tú si que sabes follar!
- ¡Y tú también, chavalote! – dijo, al sentir cómo apretaba el culo para darle más gusto en la polla - ¡Parece como si quisieras ordeñarme el rabo!
- ¡Es exactamente lo que pretendo! – gemí, temblando de excitación y placer - ¡Me muero de ganas de sentir toda tu leche dentro de mí...
- ¡Pues toma!.- gritó, mientras comenzaba a cabalgarme. Sam me cabalgaba con la rabia que le proporcionaba el deseo mal contenido.
- ¡Aaah....aaah...¡Aaah! .- gritó mientras derramaba toda su caliente leche dentro de mí. Yo tampoco pude contenerme y un fuerte chorretón salió de mi polla, empapando las blancas sábanas.
Una vez que aquel terrible macho hubo descargado todo su cargamento de semen , se dejó caer sobre mí. Su enorme peso me aprisionaba sobre la cama, impidiéndome respirar con normalidad, pero en aquel momento sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de disfrutar del calor que transmitía su cuerpo y sentir su poderoso aliento.
Aquel animal era mucho mayor que yo, tenía mucha más experiencia que yo...¡Y me hizo sentir lo que nunca antes había sentido...pero que esperaba experimentar muchas más veces en mi vida!
No hay comentarios:
Publicar un comentario